Recorrer el camino de la Cuaresma, la Pascua y Pentecostés como una familia

En el marco de la novena de preparación para la solemnidad del Sagrado Corazón que se celebrará el próximo 7 de junio de 2013, el P. Sylvester Heereman, L.C., actualmente en funciones de director general de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, Gloria Rodríguez, responsable general de las consagradas del Movimiento, y Jorge López, encargado general de los consagrados del Regnum Christi, envían una carta para invitar a todos los miembros del Movimiento, consagrados, consagradas y legionarios a una preparación espiritual al Capítulo General y las Asambleas Generales que se tendrán lugar durante los primeros meses de 2014.

La Legión de Cristo y el Regnum Christi han estado recorriendo un camino de renovación y purificación pedido por el Papa Benedicto XVI en el año 2010. El Santo Padre ha querido acompañar al Movimiento a través de un Delegado Pontificio, el Card. Velasio De Paolis, C.S. cuya misión es guiar a la Legión y el Movimiento en su nombre hasta convocar un Capítulo General y Asambleas Generales en los que se redacten unas nuevas constituciones y estatutos.

En la carta algunos puntos concretos que faciliten la vivencia de este periodo de preparación, como lo son: (La carta ofrece puntos concretos para facilitar la vivencia de este periodo de preparación, como lo son:

  • Vivir estos meses como un momento “cuaresmal” en preparación a la Pascua y, pidiendo al Señor que nos conceda un nuevo Pentecostés.
  • Recorrer un itinerario personal y de equipo o comunitario de oración, reconciliación y apertura a la misión para renovar el amor a Dios, a los hermanos y a la propia vocación al Regnum Christi.
  • Abrirse a la gracia de Dios para convertirnos de todo lo que nos aleja del Corazón de Cristo, revestirse de misericordia para mostrarse disponible para salir al encuentro de quien se siente herido, aprender a perdonar y pedir perdón y así vernos libres de todo rencor.
  • Una especial novena de preparación para la solemnidad del Sagrado Corazón para rezarse individualmente, en las familias, equipos, secciones y comunidades.
  • Iniciativas personales y comunitarias que ayuden a disponer el propio corazón para acoger los dones que el Espíritu Santo quiere regalar al Regnum Christi y a la Legión de Cristo durante esta etapa de su camino de renovación.

 

Presentamos la carta a continuación, la cuál se puede descargar en formato pdf en el siguiente enlace.

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¡Venga tu Reino!·

MOVIMIENTO
REGNUM CHRISTI
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SEDE DE LA DIRECCIÓN GENERAL

28 de mayo de 2013

A los legionarios de Cristo y

A los miembros del Regnum Christi

Muy estimados en Jesucristo:

Tenemos la alegría de enviarles este saludo con toda estima en la proximidad de la fiesta del Sagrado Corazón, en la que celebramos uno de los pilares de nuestra espiritualidad. El Corazón de Jesucristo traspasado en la cruz nos ha atraído hacia Él, nos ha hecho experimentar su amor misericordioso y su sed de encender el fuego de su caridad en todos los corazones. Queremos prepararnos a esa celebración tan significativa reparando por nuestras faltas al amor, consolando y acompañando al Corazón de Jesús.

¿Qué significa esta fiesta a la luz del momento histórico en que nos encontramos?

Estamos llegando al final de un recorrido institucional. Dentro de pocos días se celebrará el encuentro de los representantes de primer y segundo grado en Roma. Durante el verano tendrán lugar las asambleas territoriales de los legionarios para revisar el borrador de las Constituciones. Pasados unos meses, posiblemente después del verano, se hará la convocatoria oficial del Capítulo General de la Legión, de las Asambleas Generales de los consagrados y de las consagradas y de la Asamblea General de todo el Regnum Christi que se celebrarán, Dios mediante, en los primeros meses del año 2014. Con estos grandes acontecimientos concluiremos el camino que nos señaló la Iglesia como expresión de su cariño y cuidado maternal por esta obra de Dios.

Estos hitos externos que vamos recorriendo juntos van acompañados del camino interior de cada uno. Efectivamente, la vida deja en nuestros corazones heridas que Dios va curando, pero que llevaremos siempre con nosotros hasta llegar a Él, de modo semejante a las llagas de la Pasión, que Cristo quiso llevar siempre en su cuerpo, también después de la resurrección, para acompañar las nuestras y que nos invitan a poner nuestra confianza en su misericordia. A nosotros nos toca, de alguna manera, llevar las llagas de un pasado doloroso como institución, ante todo el sentimiento de una paternidad herida y el dolor por los errores humanos que se han dado y que nos han hecho sufrir.

En cada uno el proceso de curación ha sido y es profundamente personal. Para muchos de nosotros esta situación ha desembocado en un nuevo encuentro con el Señor de nuestra vida y de nuestra vocación. Este toque de la gracia es motivo de honda gratitud para con Dios. Otros, en cambio, han experimentado nuevos pesares. Y así notamos que, al menos en una cierta medida, se ha perdido frescura en nuestra vocación, hemos podido seguir causándonos heridas unos a otros y ha decaído la estima y la confianza mutua, tan necesarias para una vida de familia. A esto se suma el dolor por quienes por sentirse defraudados o bien como resultado de un camino personal, han optado por dejar la vida consagrada o el compromiso apostólico en el Regnum Christi.

En esta situación queremos encuadrar una iniciativa que hemos estado reflexionando y dialogando entre nosotros y nuestros respectivos consejos. Consideramos que el Capítulo y las Asambleas merecen una adecuada preparación por parte de todos. No queremos que los acontecimientos que vamos a vivir sean sólo encuentros para estudiar y aprobar el texto de las Constituciones y los Estatutos o que se limiten a hacer una revisión superficial de nuestra vida. Sentimos que es necesaria una adecuada preparación espiritual, un itinerario personal y comunitario para “renovar el amor” y queremos comenzarla con la celebración de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Al cardenal Eduardo Pironio, cuando era Prefecto de Religiosos, le gustaba decir que «un Capítulo es siempre una celebración de la Pascua». Siguiendo el hilo de esta comparación, podemos pensar que la Pascua es precedida por la Cuaresma y que llega a su plenitud en Pentecostés.

Efectivamente, para llegar a la Pascua sentimos la necesidad de recorrer un camino de conversión, una “cuaresma” que nos ayude a todos a crecer en la conversión sincera a Cristo, para conocer mejor y poner por obra su Voluntad. La renovación en santidad de la Legión y del Regnum Christi dependen de nuestra capacidad de hacer la verdad sobre nuestras vidas y acoger con sencillez la gracia de la conversión al Corazón de Jesús. Sería triste que pretendiéramos medir los frutos del Capítulo y de las Asambleas por la profundidad y belleza de los documentos que ahí se promulguen. El verdadero fruto será más bien la conversión de nuestras mentes y nuestros corazones a la alegría y la entrega en el camino de santidad que Dios nos propone.

Quisiéramos que esta preparación se llevara a cabo en diversos niveles:

  1. En lo personal se trata de abrirnos a la gracia de una verdadera renovación en el amor a Dios, al prójimo y a la propia vocación en el Regnum Christi. Esto presupone oración y súplica, un secundar la gracia de la conversión, una búsqueda de una identificación cada vez mayor con el amor misericordioso del Corazón de Cristo. Presupone también la disponibilidad para salir al encuentro de quienes se sienten heridos o se han alejado. Necesitamos cultivar el deseo de aprender a perdonar y la humildad para pedir perdón, para no vivir presos del rencor. Cada uno, desde el punto en que se encuentre, tiene que determinar delante de Dios los pasos que ha de dar.
  2. En las comunidades y equipos de legionarios y miembros consagrados, en los equipos de miembros de primer y segundo grado, en las localidades, se trata de renovar y fortalecer la unión de corazones, de vivir una comunión profunda e imitar la vida de las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 2, 42-47), de manera que al vernos los hombres puedan decir: «Mirad cómo se aman». Queremos unirnos en lo esencial, comprometernos unos con otros para ser verdaderamente hermanos en la vocación común y en la misión que compartimos, reconciliarnos allí donde haga falta y aprender a escucharnos, comprendernos, aceptarnos y exigirnos santamente, de manera que experimentemos la verdad de las palabras de Cristo: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt18, 20).
  3. Por parte nuestra, como responsables, queremos llevar adelante el camino de renovación que nos ha marcado la Iglesia. Queremos llegar al Capítulo y a las Asambleas habiendo alcanzado una mayor claridad sobre el don que Dios hace a la Iglesia a través del Regnum Christi; habiendo madurado las reglas y las estructuras que más nos ayuden a custodiar el carisma; y habiendo puesto las bases para superar lo que ha de purificarse en nuestra mentalidad y costumbres. Queremos renovar nuestro compromiso personal e institucional de llegar comprometidos a poner nuestros talentos al servicio de la Iglesia con humildad, gratitud y entusiasmo. Y desde luego estamos decididos a seguir saliendo al encuentro de todos aquellos que han sufrido más.

 

Desde la dirección general pondremos en marcha diversas iniciativas y enviaremos algunos subsidios para vivir mejor esta preparación en los diversos niveles. Anexo a esta carta encontrarán un texto que les proponemos para unirnos en oración durante la novena de preparación a la fiesta del Sagrado Corazón.

Como ven, se ha querido que los medios sean muy abiertos para dejar el mayor espacio posible a la iniciativa de cada uno en el propio ámbito de acción. No hace falta esperar más indicaciones desde la dirección general para ponerse en camino. Las iniciativas que excedan el propio ámbito de responsabilidad pueden presentarlas a quien competa para que decida sobre su oportunidad o posibilidad. En las instancias de gobierno estudiaremos con interés las propuestas que nos hagan llegar para ver cuáles podemos poner en práctica en nuestro respectivo nivel o ámbito de competencia.

Pidamos con insistencia al Señor para que nos conceda una nueva efusión del Espíritu Santo que transforme, sane y renueve nuestros corazones como lo hizo en Pentecostés. Que la Virgen Dolorosa nos acompañe, como a los apóstoles, en nuestra preparación espiritual que ahora emprendemos y nos ayude a permanecer unidos en la oración, en la caridad y en la verdad para que podamos también sumarnos generosamente a la misión de extender el Reino de su Hijo por todo el mundo.

Con el constante recuerdo en nuestras oraciones, quedamos de ustedes en el Corazón de Cristo,

Fr. Sylvester Heereman      Gloria Rodríguez      Jorge López

¡Venga tu Reino!

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

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— Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

—«Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor» (1Jn 4, 8). Tú que nos has abierto en el amor un camino para imitarte, accesible a todos y de inagotable fecundidad, ayúdanos a recordar que sin amor nada somos. Por nuestras desidias y perezas en el amor, por nuestras desganas, desconfianzas y desalientos…


R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.
—«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11, 29). Tú que nos muestras en tu Corazón la humildad como raíz, la mansedumbre como fruto, haz que imitándote en estas virtudes alcancemos el precioso don de la paz del alma y con todos los hombres. Por las actitudes de soberbia que has encontrado en nosotros…

R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

—«Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas» (Mt 6, 14-15). Danos, Señor, la gracia de perdonar y no guardar rencor a quienes nos han hecho sufrir en nuestra vida, con la generosidad con que tú nos abrazas en nuestro pecado. Por las veces en que no nos hemos abierto al perdón hacia nuestros hermanos y nos hemos dejado llevar de amargura y resentimiento…

R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

—«Malas palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno, constructivo y oportuno, así hará bien a los que lo oyen» (Ef 4, 29). Ayúdanos, Señor, a emplear el don de la palabra para edificar y nunca para hacer daño. Por las veces en que hemos preferido ver y difundir el mal y no el bien que hay en personas e instituciones…

R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

—«Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo» (Gál 6, 2). Haz, Señor, que nos amemos y comprendamos unos a otros con entrañas de misericordia, siendo así para los demás transparencia de tu Rostro. Por las veces en que ha prevalecido en nosotros el individualismo y la cerrazón ante las necesidades de nuestros hermanos…

R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

—«Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21). Tú que rezaste para que seamos uno, haznos cada día pacientes constructores de unidad dentro de la gran familia del Movimiento y entre todos los hijos de la Iglesia. Por las veces en que hemos secundado el espíritu de división y discordia que viene del Maligno…

R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

—Misericordia, Señor, hemos pecado.

R/ Corazón de Jesús, herido de amor por nosotros, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo.

Oremos:

Señor, Dios nuestro, infúndenos las virtudes del Corazón de tu Hijo e inflámanos con sus mismos sentimientos, para que, conformados a su imagen, merezcamos participar en los frutos de la redención eterna. Por Cristo nuestro Señor,

R/ Amén.