Veamos algunos de los personajes que en ese momento acompañaron el nacimiento, a ver si alguno se identifica con nosotros.
Por el P. Dennis Doren, LC
¿Cómo está tu corazón para recibir dentro de pocos días a Jesús?, ¿ya tienes todo lo necesario para darle acogida al Rey de Reyes que está por venir?
Un texto del martirologio dejó estampadas las siguientes palabras, significando lo importante del evento: “Transcurridos muchos siglos desde que Dios creó el cielo y la tierra, y desde que hizo al hombre a su imagen y semejanza; transcurridos igualmente muchos siglos desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo aparecer el arcoíris como prueba de alianza y de paz; veintiún siglos después del nacimiento de Abraham, nuestro padre; trece siglos después de que Israel salió de Egipto, guiados por Moisés; cerca de mil años después de que David fue ungido como rey; durante la sexagésima quinta semana de la profecía de Daniel; en la época de la olimpiada ciento noventa y cinco; en el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de Roma; en el año cuadragésimo segundo del imperio de César Octaviano Augusto; y en la sexta era del mundo, mientras reinaba la paz en todo el orbe; Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar al mundo con su santa venida, fue concebido por obra del Espíritu Santo y, transcurridos nueve meses, nace en Belén de Judá, de la virgen María como hombre verdadero (Texto que aparece en el Martirologio).
Pongámonos nuestra escafandra y procuremos penetrar un poco más en este misterio de amor, de luz, de perdón y misericordia, de felicidad, de alegría, de humildad, de gozo, de silencio. Pongamos nuestra alma de rodillas ante la cuna de Belén y contemplemos, adoremos, amenos al Dios que se hace carne y, sobre todo, agradezcamos a Dios su hazaña de amor. Veamos algunos de los personajes que en ese momento acompañaron el nacimiento, a ver si alguno se identifica con nosotros.
JUAN EL BAUTISTA: Predica, grita, corrige, amonesta, se considera instrumento, “yo no soy la luz, sino testigo de la luz”. Cuando le preguntan ¿eres el Mesías?, el responde NO. Yo soy la voz que grita en el desierto, enderecen el camino del Señor», palabras que toma del mismo profeta Isaías. Sabe que su misión es preparar el camino, pero siempre le deja el protagonismo a Cristo que va a venir… ¿Cuántas veces queremos ser nosotros los protagonistas de la historia de nuestras vidas y dejamos de lado a Dios?
MARÍA: Es su ejemplo de disponibilidad, de alegría, en un ambiente hogareño y de trabajo, en un ambiente de pureza, está llena de gracia, así recibe en su vientre a Dios. Nos impresiona su fe, su humildad, su confianza ilimitada en Dios. Una mujer llena de esperanza. Así Ella se prepara, se dispone a ir de camino a Belén.
JOSÉ: Se prepara desde una incertidumbre: acoger o no a María, pero disponible y atento al mensaje de Dios a través del sueño que recibe de acoger a María como esposa. Se prepara desde la virtud de la sobriedad, honradez y justicia, tan características en él, con estas virtudes él acompaña a María a la cueva.
ZACARÍAS E ISABEL: Desde la madurez de la vida, ya ancianos, experimentan el poder de Dios, la fuerza de Dios y que para Él no hay nada imposible.
SIMEÓN Y ANA: Viven esta preparación cerca del santuario, desde el templo, ellos se preparan entre lo sagrado, entre la presencia escondida de Dios, entre sacrificios y cultos. Ellos sí estaban preparados.
LOS REYES MAGOS: Reciben la misión de encontrar al Rey que ha nacido, los guía una estrella, entre oscuridades y luces, caminan, arriesgan sus vidas, pero tienen una meta a dónde llegar, la estrella los guía, no se desaniman, por fin después de una larga aventura llegan a la gruta y encuentran con el Niño y le adoran.
LOS HABITANTES DE JERUSALÉN: Jerusalén, no estaba preparada, por eso el Mesías pasó de largo, no quiso nacer en una ciudad tan agitada y ruidosa, esta es la Jerusalén consumista, afanada en vender sus chácharas, sus animales para los sacrificios, preocupada de sus compras, aquí muchos se han quedado, es una ciudad distraída de lo principal. Era sólo un lugar de paso, y cuantos encantados por sus oropeles se han quedado para siempre. Así lamentamos la utilización de la «verdad de la Navidad en una sola dirección», o sea, «la del consumo», esta manipulación de una sociedad meramente de consumo, aumenta más y nos hace quedarnos ahí y solo ahí.
EL PALACIO DEL REY HERODES: Palacio del egoísmo, tenía miedo de un niño, y lo manda matar, es el monumento al propio Ego y a los propios intereses, en donde al verse en peligro, determina la muerte de todos, incluso de los inocentes… Dos reyes no pueden convivir en un mismo reino, o es él o soy yo, y como a mí me gusta dirigir mis cosas, que mejor muera, Él. Así matamos a Dios de nuestra vida y de toda posibilidad de redención. Herodes, quiere ser Él la luz, muchos se quedan en este palacio del Egoísmo…
El SANEDRÍN: Los sabios, los intelectuales, los que sabían todo, ellos sabían la profecía, eran conscientes de lo que indicaban las escrituras, sabían del lugar, pero no hicieron nada por ir, se quedaron en su ciencia, sin fe. En su preparación, pero no tenían la motivación espiritual para ponerse en camino, realmente no les interesaba, pues vivían tranquilos y bien en donde estaban. Su conocimiento racional era completo, pero les faltó llevarlo en el corazón.
Ahora te toca a ti. ¿En dónde estás y con quién te identificas? Me preguntarás, pero le faltaron los pastorcitos, los he querido dejar para el final, pensando en ti y en mí. Para que seamos como ellos, porque nos representan a la mayoría, que en el silencio de la noche estamos vigilando, atentos y cumpliendo nuestras tareas. El Señor en su venida espera encontrarnos trabajando, en vigilante espera, a punto de llegar. Recuerda, tú también formas parte de esta historia, no se te olvide.