“El discernimiento vocacional según San Juan de Ávila” es el título de la tesis que presentó el instructor de novicios de Salamanca, P. Enrique Tapia, LC, para obtener su doctorado en la facultad de teología del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma.
Su tesis se divide en tres partes: un acercamiento terminológico e histórico al discernimiento vocacional; un análisis de la práctica y la doctrina sobre el discernimiento vocacional en San Juan de Ávila; y una presentación de una propuesta para poner en práctica la enseñanza de San Juan de Ávila en nuestros días.
Tal y como explicó el padre Enrique, escogió ese campo de estudio porque “quería un tema que me ayudara en mi ministerio y que también ayudara a la Legión; el discernimiento vocacional es uno de los temas que en los últimos años ha estado más presente y en el que había que profundizar (no sólo en la Legión, sino en toda la Iglesia, como se puede ver en la reciente Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, publicada por la Santa Sede el 8 de diciembre de 2016)”.
Cinco elementos de una vocación
A la luz de su investigación, el padre Enrique considera que a la hora de discernir una vocación hay que tener presentes algunos aspectos fundamentales, que son:
La “llamada divina”: este es el aspecto más espiritual y menos comprobable externamente (en sí misma, no puede ser objeto de verificación), pero es el elemento fundante de toda vocación: es Dios quien llama.
En segundo lugar, la idoneidad del candidato: física, psicológica, humana, intelectual, moral y espiritual. “Idoneidad significa ser apto, tener el conjunto de cualidades necesarias para un determinado estado de vida y misión” –explicó el P. Enrique–. Según el testimonio de la Tradición, la vocación se manifiesta, en primer lugar, por las aptitudes. La idoneidad es el primer signo de una posible vocación. Dios, a quien elige para una misión, le prepara y dispone con unas cualidades determinadas. Y la Iglesia, a lo largo de la historia, va legislando cuáles son los requisitos necesarios para una vocación ministerial o consagrada.
Recta intención. “La intención vocacional es recta cuando mira al fin debido, que es solamente el amor total y el servicio exclusivo a Dios. Los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, con la ayuda de sus formadores –señaló el rector del seminario de Salamanca–, han de examinar esas motivaciones con sinceridad para evaluar si existe o no rectitud de intención en el camino emprendido”.
Además debe existir una respuesta libre y generosa. “La Sagrada Escritura manifiesta claramente cómo Dios respeta la libertad de quien llama, tan sólo espera una respuesta libre y generosa. A lo largo de la historia, la Iglesia ha afirmado que quien quiera consagrar su vida a Dios en el sacerdocio o en la vida consagrada, ha de hacerlo libremente”, señaló el padre Enrique.
La llamada o aprobación por parte de la Iglesia constituye el quinto elemento: “Desde la Sagrada Escritura, ya en los tiempos post-pascuales, vemos cómo cuando Dios llama a una persona, ésta se somete a los jefes de la comunidad”, explicó.
El tribunal que juzgó la tesis, formado por los padres François Marie Léthel, OCD (director de la tesis), Florián Rodero, LC (segundo revisor), y Edward McNamara, LC (decano de la facultad de teología), la calificó con Summa cum laude. A la defensa de la tesis asistieron varios miembros de la familia del P. Enrique, así como varios legionarios de Cristo de Roma y Mons. Juan Esquerda Bifet, gran conocedor de San Juan de Ávila.