Ser sacerdote es dar “un servicio a la Iglesia universal intentando ser puente entre Dios y los hombres y buscando que la gente encuentre el camino hacia Dios”, así se define el P. Jiri Bravec, LC, un sacerdote checo que tiene a su cargo 44 iglesias en una de las zonas rurales más pobres de la Prelatura de Cancún-Chetumal.
En verano pasado, el P.Jiri acogió a un grupo de misioneros españoles de Juventud Misionera los que afirma que “se han llevado el gusto de poder servir a los demás, pues se dieron cuenta de que su presencia ha hecho una diferencia”. A continuación puedes leer una entrevista que ha respondido a Lo+RC.
Para usted, la primera experiencia de las misiones en territorio maya ha sido…
¡Una bendición que implica este servicio de los misioneros para las comunidades en la selva!
Recientemente, ha recibido un donativo de Juventud Misionera: ¿Cómo lo ha acogido? ¿Qué significa para la pastoral allí? ¿A qué se va a destinar ese donativo?
Los misioneros se dieron cuenta de las necesidades de las comunidades. De hecho, ellos empezaron a construir la sacristía de la iglesia en la comunidad de “Señor”. En ambas iglesias de esa comunidad filtra el agua por el techo. Con las 44 iglesias y capillas que tengo encomendadas en zona rural y pobre es muy difícil poder construir o, incluso, mantener las construcciones. Por lo cual agradezco mucho la aportación que se destinará para las comunidades visitadas por los misioneros de España. De hecho, inmediatamente he pedido que se resane el techo y se ponga el acabado y el impermeabilizante. Y gracias a Dios, ya se ha cumplido con este propósito.
¿Qué ha visto usted en los jóvenes misioneros del Regnum Christi?
He visto la alegría de ser católicos y el gran esfuerzo por conocer más a Cristo para encontrar el camino en la vida guiado por el Evangelio. Es algo muy hermoso notarlo entre los jóvenes. También he notado la capacidad de abrirse a los demás y dar testimonio de la fe.
¿Qué cree usted que han podido llevarse ellos de las misiones en su “equipaje”?
Hay que preguntarles a ellos. Los encontré el día de la salida de nuestra parroquia, muy contentos y alegres. Aunque hubo razones para estar cansados o no sentirse tan bien como en sus casas con todo el “lujo” en que viven en comparación con lo que han vivido aquí en medio del ambiente pobre y sencillo. Creo que se han llevado el gusto de poder servir pues se dieron cuenta de que su presencia ha hecho una diferencia. Y creo que aprendieron que hay personas con una fe inmensa y una felicidad en medio de circunstancias adversas de pobreza, injusticia o poca seguridad social. Espero que los jóvenes puedan volver.
¿Qué significa para usted, o cómo le habla Dios a usted como sacerdote en este nuevo paso en la Prelatura de Cancún-Chetumal?
Aquí es un servicio diverso a lo que vivimos en Europa. Se requiere mucha disponibilidad para atender las necesidades de los fieles, soportar el clima siempre caluroso e húmedo, atender las comunidades lejanas, entender una cultura indígena… La parroquia tiene 35 comunidades con más que 5000km2 (que es tamaño de algunas diócesis en España). Hay mucha necesidad de sacerdotes y laicos misioneros. Hay gran hambre de Dios y sufrimiento de diversos tipos. Estoy enviado a ungir las heridas con el aceite de la misericordia.
¿Cuál es el estado de la Prelatura: sus necesidades, sus fortalezas…?
Es un lugar muy particular. Hace 50 años había 5 sacerdotes, hoy más de 100. La ciudad de Cancún no existía, hoy tiene 1,3 millones de habitantes. El crecimiento es inmenso, los retos son correspondientes: falta de tradiciones, estructuras, se necesitan nuevas formas pastorales, por ejemplo en cuestiones de turismo, migración, etc. Al mismo tiempo tenemos la zona maya, rural, pobre, con su idioma, cultura y tradiciones que se intentan mantener y al mismo tiempo evangelizar.
Podemos decir que se han dado pasos para que la prelatura madure para poder ser constituida diócesis con todo lo necesario. Por ello estamos creando o consolidando las estructuras requeridas: constitución y construcción de parroquias, decanatos, fundación del seminario para poder formar sacerdotes del lugar, creación del tribunal eclesiástico, etc. Es conocida la disponibilidad de los sacerdotes aunque no dan abasto al crecimiento demográfico. Las personas están abiertas a Dios y a la fe. Al mismo tiempo nos toca encontrarnos con el gran crecimiento de las sectas y problemática de drogas y embarazos de menores. Así que hay muchas fortalezas y también muchos retos.
¿Algún mensaje para ellos?
Como dice el Papa Francisco: “Somos una misión”. Deseo a todos que la puedan vivir, en la alegría del Evangelio, allí donde se encuentren. Es hermoso experimentar que las personas se dejan interpelar por Dios, a veces por medio de instrumentos frágiles que somos.
Y si puedo repetir otra frase del Papa, agradezco que “recen por mí”.