La ilusión de ser Legionario es algo que Dios sembró en mi corazón desde hace muchos años, y que mientras pasaba el tiempo evolucionó como una sana lucha entre su voluntad y la mía. Eso que Dios había sembrado en mi corazón fue germinando y pasando por riquísimas experiencias en el ECYD y en el Regnum Christi hasta que Dios lo encontró listo para dar el paso y dejarlo todo. Lo que significó para mi dar el paso al noviciado, confiar en la llamada de Dios y recibir la sotana legionaria lo resumo en tres experiencias: Una respuesta personal a Dios, una respuesta de la congregación a Dios y una respuesta de Dios a la congregación.
Una respuesta personal
“Que en paz descanse” dijeron mis pasiones, “No le volverán a ver” respondieron mis proyectos, sueños e ilusiones. Porque el que ha luchado para conquistarse y ser dueño de sí mismo, decide ahora morir al mundo y hacer de Dios su verdadero y eterno dueño… Esto es lo que vino a mi corazón al final de los ejercicios espirituales y unos instantes antes de recibir la sotana, convirtiendo la ceremonia en una respuesta personal de entrega a quien me lo había dado todo: un profundo deseo de vaciar mi corazón para que pueda llenarse de Cristo y teniendo solo a Cristo no poder hacer otra cosa que darlo a los demás.
Una respuesta de la congregación a Dios
Decir “Quiero…” delante del auditorio y junto a otros 33 hermanos que decidieron dejarlo todo para responder a la llamada de Cristo es una locura para la sociedad, pero es fuerza y alegría para quienes hemos experimentado su amor en la cruz (1Cor 1,23). Ahí entendí que ser Legionario es un llamado a formar parte de una verdadera familia que, cual batallón en plena guerra, te sostiene para perseverar en el camino y ser partícipe de la victoria final.
Una respuesta de Dios a la congregación
Ante la respuesta generosa de estos jóvenes Dios no se quedó callado y pidió también comunicar algo muy especial a la congregación. A una congregación aún lucha por purificarse y en la que muchos religiosos se esfuerzan por mantenerse firmes en esta gran misión que les confía a través de su Iglesia. Dios le concedió a la Legión un regalo esa noche… ¿Qué prueba del amor de Dios que recibir a más de 30 nuevos jóvenes dispuestos a seguir su llamado? Dios sigue llamando a muchos hombres para que se entreguen y se santifiquen en la vida consagrada.
Recibir la sotana, revestirme de negro y morir al mundo junto a mis hermanos es una prueba del amor de Dios hacia nosotros, es un mensaje de motivación por parte de Dios para demostrarnos que vale la pena seguir entregándonos a Él, en un ambiente de familia, y abandonándonos con confianza a su santísima voluntad.