El papa Francisco recordó en la Audiencia general del 9 de octubre de 2013 que «la Iglesia es católica porque es una Casa de armonía», y explicó que ella es «como una gran orquesta en la que existe variedad […]. Cada uno trae lo suyo, lo que Dios le ha dado, para enriquecer a los demás. Y entre los componentes existe diversidad, pero es una diversidad que no entra en conflicto, no se contrapone; es una variedad que se deja fundir en armonía por el Espíritu Santo».
Los distintos ritos que hay en la Iglesia son un ejemplo de esta catolicidad y armonía, y son también una de las grandes riquezas del Pontificio Colegio Internacional Maria Mater Ecclesiae en Roma, donde conviven seminaristas de diversas partes del mundo y de distintos ritos. Esto se ha hecho palpable de una manera especial en el pasado mes de mayo con la ordenación diaconal de 3 seminaristas de rito Siro-malabar y de 11 seminaristas de rito Latino.
El 11 de mayo, con motivo del jubileo de plata de la parroquia Siro-malabar en Roma, se tuvo la primera ceremonia que fue presidida por monseñor Stephen Chirappanath, visitador apostólico para la Iglesia católica siro-malabar y obispo titular de Slebte, quien, además de los 3 nuevos diáconos del Mater Ecclesiae, ordenó otros 3 diáconos de diversos colegios. Durante la celebración, acontecida en la Basílica de San Pedro, 17 seminaristas recibieron el subdiaconado (8 de los cuales provenientes del Mater Ecclesiae) y 2 seminaristas recibieron el lectorado (uno de ellos del Mater Ecclesiae).
La ceremonia se tuvo en el rito Siro-malabar que se remonta a los primeros siglos de la era cristiana y, según la tradición, al mismo apóstol Santo Tomás. «Cuando veo a los hijos de Santo Tomás reunidos aquí en esta casa de San Pedro, percibo la belleza, la riqueza y la armonía de la Iglesia Católica. Recuerdo las palabras del papa Francisco: «la Iglesia es católica porque es la Casa de la armonía, donde la unidad y la diversidad saben cómo unirse para ser riqueza»».
El 18 de mayo se llevó a cabo la ceremonia de rito latino que tuvo lugar en la Cátedra de San Pedro y fue presidida por el cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero. Concelebraron, entre otros sacerdotes el P. Enrique Tapia LC, rector del Colegio, el P. Manuel Diego LC, vicerector, los sacerdotes y formadores legionarios de Cristo que los acompañaron en estos 4 años de formación y algunos profesores del Ateneo Regina Apostolorum dónde muchos de ellos estudiaron.
En su homilía, el cardenal Beniamino Stella dijo: «Estos hermanos nuestros, llegados de varias partes del mundo, cada uno con su propria historia y con el propio camino de fe, tuvieron la valentía de dejarlo todo y arriesgar la vida fiándose de la promesa del Señor», y añadió: «No hemos sido nosotros, con nuestras fuerzas y capacidades, quienes escogimos abrazar este estado de vida, sino que hemos sido escogidos por el Señor dentro de la comunidad cristiana. Llamados por su gratuito amor a servirlo en los hermanos».
Iván Durán, uno de los nuevos diáconos, compartió que vivió el rito de imposición de las manos invocando al Inmaculado Corazón de María: «La invoqué muchas veces para que el Señor, al momento de mandar su Santo Espíritu con sus siete dones, la encuentre en mí y se vierta sin medida como lo hizo en ella el día de la Encarnación, le pedí que me ayude a pronunciar las palabras del Fiat como lo hizo ella ya que este fue el momento de mi fiat definitivo que Cristo selló con su Espíritu».
«Unos minutos después de la ordenación, visité el tabernáculo de la Basílica de San Pedro. Estaba expuesto el Santísimo y fue increíble comprender que yo tengo la figura de aquel a quien estaba adorando. El inmenso amor que el Señor tiene para cada vocación sacerdotal es infinito», añadió el padre Iván Durán.
Al final de la ceremonia el padre Enrique Tapia, L.C., rector del Colegio, entregó al cardenal Beniamino Stella una pintura de Maria Mater Ecclesiae con los nombres de los nuevos diáconos.
«El diaconado es el primer grado del sacramento del orden. Después de varios años de discernimiento vocacional y de formación, para estos jóvenes, para sus familias, formadores y amigos, es muy emotivo llegar a este momento. Es, al mismo tiempo, una meta parcial y un punto de partida en sus vidas. Por el sacramento quedan configurados con Cristo para siempre para servirlo como pastores de su pueblo. Oremos por ellos para que sean siempre buenos pastores que dan la vida por sus ovejas», dijo el P. Enrique Tapia, LC, con motivo de las ordenaciones diaconales.