P. José María Ramírez, L.C., un madrileño de 65 años, en Río de Janeiro
El P. José María Ramírez es un legionario curtido en mil batallas. Los últimos 18 años los ha pasado en Brasil, un país en el que, para él, “el Regnum Christi puede y debe hacer maravillas: en la evangelización, en lo educativo y en lo social”. Es madrileño aunque gran parte de su familia está en Soria. Conoció el Regnum Christi en 1971, cuando el P. Stenson llegó a su colegio y le invitó a unos grupos cuyo responsable era Alfredo Fernández. Se incorporó como laico al Regnum Christi el 2 mayo 1972, y el 23 de diciembre de ese mismo año se consagró con los Laicos Consagrados. Perteneció a la primera comunidad de laicos consagrados que hubo, la de Conde de la Cimera, junto al P. Juan Francisco González, entre otros: “Fuimos fundadores, realmente, no había nada establecido -nos cuenta-. Podría escribir un libro sobre ese periodo hasta el 3 julio de 1977 cuando entré en la Legión”. Además, tiene una virtud curiosa que le ha granjeado amigos y le ha abierto puertas: “Soy el único sacerdote que pedalea por Río de Janeiro… con 65 años”, algo muy de su familia, pues en su casa de Soria hay más de 17 bicicletas.
La oficina de comunicación del Regnum Christi en España ha podido hablar de varios temas con él a raíz de una entrevista que le han hecho en el diario O Globo, de Brasil, por su labor durante la pandemia usando las redes sociales, acercando la Misa a mucha gente gracias a su Instagram, e incluso usando su teléfono para que los hijos pudieran despedirse de sus padres en los hospitales. El P. Ramírez nos cuenta que se necesitan apóstoles con “garra y celo” para “construir el futuro y ayudar a Cristo y la Iglesia”. Nos explica que la verdadera grandeza “es hundirse en el surco. Entregarse a Cristo plenamente (…) Cristo habla de la verdadera grandeza claramente: ser hijos de Dios. Participar de la naturaleza divina. Recibir a Cristo en la Eucaristía ¡No hay grandeza mayor!”. Cristo es ejemplo de esa grandeza “en Getsemaní y en el Calvario, y en la pequeña Hostia consagrada que se da a mi miseria”, nos cuenta. El P. José María es el director de sección de adultos de Río de Janeiro.
Le han entrevistado en uno de los periódicos más importantes del país, O Globo, porque retransmite misas por Instagram y celebra funerales online para que las personas puedan despedirse de sus familiares. ¿Cómo es su corazón? ¿Cómo se dio cuenta usted de que tenía que hacer algo?
La pandemia frenó la vida, cuántas cosas no hemos tenido que cancelar por culpa del coronavirus, pero hay que continuar la vida. Parece que tenemos pretensión de eternidad y dejamos todo para después: “Veré a mi madre más tarde… llamo a mi hermano luego…”. Por eso nosotros necesitamos suavizar la soledad de las personas queridas dando pequeñas sorpresas uniéndonos varias veces al día. Y para eso puedes usar FaceTime, Zoom, Teams, Skype, enviar música por celular…
¿Qué dicen sus feligreses de estos cambios? ¿Le siguen por las redes?
Realmente, no tengo feligreses. Tenemos un centro de evangelización del Regnum Christi llamado Nossa Senhora de Guadalupe, con una capilla grande, donde damos catecismo para Primera Comunión, con un equipo de 15 catequistas, algunas son del Regnum Christi, y más de 100 familias. Después siguen en clubes y algunos llegan al ECYD. Estamos creciendo. El año pasado había 7 grupos y este 10. El equipo de catecismo abrió en Instagram catecismo RC a finales de marzo y tiene ya más de 2.400 seguidores. Se conecta mucha gente a las misas virtuales: entre 200 y 300 conexiones, lo que representan muchas más personas.
Ahora durante la pandemia, ¿en qué ha cambiado lo que hace?
¡Todo virtual! Espero que termine pronto…
Impresiona que la tecnología haya servido para que un hijo pudiera despedirse de su padre moribundo en un hospital. En España hay personas que han muerto solas en los hospitales. ¿Qué es lo que más necesitan las personas desde su experiencia en este tiempo de pandemia? ¿Qué es lo que más les hace sufrir, y qué es lo que más alegría les da?
Es difícil no poder decir adiós a los que amas, un abrazo a la gente querida en este momento. Recuerda a otros tiempos cuando los leprosos fueron aislados de sus familias. Pero cada vida tiene un valor infinito. ¿Cómo hablar de estadísticas si el que se va es un amigo? ¿Cómo prohibir que un niño vaya al funeral de su padre? Todo es muy triste.
¿Cómo conoció usted a Jesús? ¿Cómo le dijo el Señor que le quería sacerdote?
Conocí a Jesús cuando comencé a leer el Evangelio directamente después de una reunión del equipo de Regnum Christi donde se habló de Cristo. Y me apasioné por la figura y la persona de Jesús. Los primeros grupos del Regnum Christi de Madrid teníamos grandes ideales. Me consagré para trabajar full time para construir el Regnum Christi. Había ya consagrado toda mi vida para eso, pero Cristo me necesitaba como sacerdote para continuar la misión a la que ya me había consagrado a Él, para que reine en los corazones de los hombres.
¿Qué papel desempeñó su familia en su vocación? Era una familia en la que no se había recibido la fe. ¿Cómo irrumpió el Señor?
Mi familia me dio grandes valores humanos auténticos, mucho amor y alegría, espíritu de comunión, aprender a hacer las cosas con gratuidad, desprendimiento de las apariencias y las cosas materiales… Mi madre tenía una fe autentica y relación personal con su Jesús en el que confiaba plenamente. Esos valores y principios me llevaban a querer construir un mundo mejor, a ser crítico y rebelde contra las medias tintas, los egoísmos. El Regnum Christi apareció como un instrumento para realizar esos ideales. Y Cristo como la respuesta a todo. ¡Amaba los 10 primeros números de la Gaudium et Spes!
En unas semanas, si la pandemia lo permite, visitará a su familia en España. ¿Qué harán? ¿Se tratan habitualmente?
Iremos juntos a la casa de los abuelos donde cabemos todos. Y donde hay por lo menos 17 bicicletas. Tenemos un grupo de WhatsApp activo todos los días. Nos hablamos con mucha frecuencia. Algunos han venido incluso a Río a visitarme.
Por cierto que es aficionado al ciclismo, y es de los que puede hacer rutas con el P. Clemens, lo cual significa que no es un paseo de recreo: ¿De dónde le viene esa pasión? ¿Sigue practicando entonces el ciclismo?
Desde niño aprendí a hacer de todo encima de una bicicleta. Después hice muchos deportes. Me gustan casi todos los del mar y la montaña. Ahora, es una forma de hacer ejercicio suficiente y de descansar. Tengo muchos amigos en Río que pedalean también. Todos los años vamos un grupo hasta el Cristo del Corcovado pedaleando por Navidad.
Fue consagrado antes que legionario de Cristo. ¿Cómo ve el camino que han recorrido los laicos consagrados desde entonces hasta hoy? ¿Le despierta sano orgullo?
Hay laicos consagrados magníficos. Tienen el desafío de reencontrar su origen en la vida de las secciones juveniles del Regnum Christi. ¡Así nacimos!
¿Y la Legión? ¿Qué siente un hombre de 65 años que la Congregación ha aprendido en esta última década de renovación?
Todo es gracia. Era necesario. Tenemos mucho camino por delante. Muchos desafíos que exigen garra y celo. El Regnum Christi ha tenido grandes desbravadores abriendo brecha. Necesitamos hombres y mujeres así para construir el futuro y ayudar a Cristo y la Iglesia. No conformarnos con ser buenos administradores de obras. Precisamos de grandes.
¿Qué significa para usted “grande”? ¿No son los pequeños los de Dios?
Los Santos son grandes. Juan Pablo II fue un grande. Tantos Santos.
Pero, P. José María, ¿qué significa “grande? Porque puede entenderse como algo que luego da lugar a personalismos, grandilocuencias, soberbias… ¿Que exactamente quiere decir con “grande”?
¡La verdadera grandeza no tiene nada que ver con eso! Cristo dijo : “Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación”. Abrazar y buscar realizar esas palabras de Cristo con plenitud con toda la vida es querer ser grande. Es hundirse en el surco. Entregarse a Cristo plenamente. No tener miedo de emprender grandes empresas por amor a Cristo y a las personas. Cristo habla de la verdadera grandeza claramente: ser hijos de Dios. Participar de la naturaleza divina. Recibir a Cristo en la Eucaristía ¡No hay grandeza mayor!
Santa Teresa dice que sola soy una miseria, pero con Dios soy una potencia: ¡Todo lo puedo! Por eso, ser grande es tener un corazón magnánimo y generoso. Es renovarse continuamente. Es perdonar siempre y recomenzar siempre. Es no dejarse vencer nunca por el desánimo. Es continuar aunque se vea imposible porque Dios es quien realiza lo imposible.
La otra es la grandeza diabólica de las tentaciones de Jesús en el desierto. No tiene nada que ver con la verdadera grandeza. Cristo es el más grande en Getsemaní y en el Calvario, y en la pequeña Hostia consagrada que se da a mi miseria.
¿Puede compartirnos algo de lo que el Señor le dice últimamente en la oración? Alguna cosa de esas que nos permite conocer un poco más a Jesús por cómo es con los demás…
Me importa mucho el futuro del Regnum Christi. No veo que haber encontrado la forma canónica de Federación lo resuelva aunque era absolutamente necesario. Se precisa una gran garra y celo en todos sus miembros. Pero en la oración lo que recibo es: “No te preocupes, yo me encargo. Tú haz tu parte lo mejor que puedas”.
Yo me siento súper feliz de lo que he recibido, de mi vocación. Y pienso: ¡en 10 años tengo 75! En 10 o 15… ¡esto se acaba! Tengo que hacer ahora mi parte, cierto, pero con espíritu libre, con libertad interior, con paz, y tratar a cada persona que Dios me va presentando, anunciarle a Cristo… Es Dios quien toca los corazones de las personas: no soy yo.
El presente artículo fue publicado originalmente en el sitio web del Regnum Christi de España.