En el Libro de Jesús de Nazaret, Joseph Ratzinger se pregunta ¿qué movió a los apóstoles a predicar con la fuerza y valentía que lo hicieron? ¿Cómo no temieron acusar, en su propia cara, a las autoridades de la muerte de un inocente? ¿Cómo no se dispersaron si Él ya no estaba entre ellos?
El 27 de junio, once legionarios de Cristo emitieron su profesión de votos perpetuos y dieciocho hicieron su renovación de votos en el Colegio Internacional de la Congregación. El domingo 28, dos hermanos emitieron su profesión de votos perpetuos en la sede de la Dirección General. Como en el matrimonio, la profesión es tomar el compromiso de entregarse plenamente en el sello definitivo de lo que ya, años atrás, se ha prometido con la certeza de no estar solos, pues sin Cristo es imposible.
Algunos hermanos que hicieron sus votos perpetuos nos comparten su experiencia de vida:
«En los últimos días me preguntaba ¿qué es lo que realmente sucede en una profesión perpetua? Ya desde hace diez años inicié este camino y parecía que este momento era solo una renovación o confirmación “oficial” de una decisión anterior.
En la misa de la profesión agradecimos a Dios por haber hecho florecer de nuestro bautismo la consagración, porque sería imposible entregar la vida a Dios, si no es porque Él nos entregó la suya primero: el Espíritu Santo. Más que una confirmación, la cuestión está en que Dios quiere hacer historia en nuestra historia. Por eso la misa, que hace presente la Historia con mayúscula; en un lugar, hora y fecha específica de nuestra historia. Por eso, al final de la ceremonia firmamos unas actas: Él quiere aparecer en nuestra biografía y entretejer el misterio de su Historia con la nuestra.
Para hacer más real este acontecimiento vemos que sucede en familia, nos consagramos a Dios perpetuamente y Él nos hace hermanos perpetuamente de tantas personas queridas con las que nos ha reunido en la Legión y en todo el Regnum Christi.
Es desde la alegría de esta comunión que nos podemos lanzar a la misión. Hoy agradezco al Señor por permitirme devolverle la llamada, y pongo mi consagración perpetua en manos de la Virgen del Perpetuo Socorro, que justo hoy se celebra», compartió el H. Jesús-Raziel Guerrero, LC.
«Estos años de formación han sido un camino de encuentros profundos: con la verdad de la fe Católica, con la verdad de mí mismo como hombre pecador necesitado de la salvación, y sobre todo con el amor de Jesucristo que me impulsa a dar mi vida por la Iglesia.
Profesar mis votos fue un momento lleno de paz y libertad. He puesto mi confianza en Cristo», comentó el H. Peter Fagan, LC.
«Mi vida religiosa ha sido un camino de conversión, en donde he experimentado la creatividad de la gracia que intenta colocarme, a pesar de mis resistencias, dentro del Corazón de Jesús. Desde los primeros pasos, he vivido en una Congregación y Regnum Christi en renovación, a los que Dios me llamó. Muchas veces he caído en el miedo por el futuro, en el dolor por el sufrimiento de mis hermanos, en la vergüenza por hechos muy tristes… Otras veces, he vivido la alegría de pertenecer a una familia, de ser cuidados por la Iglesia y de ser sostenido por tantas almas buenas.
Estoy muy agradecido con Dios, pues todos esos momentos han sido espectáculos de la perenne novedad de Dios, de su fuerza y su amor, que obra a pesar de nuestra miseria humana y siempre tiene proyectos de sanación, no de destrucción. Veo atrás y a mi alrededor… y descubro una historia sencilla que Él ha querido compartir cercanamente conmigo. Espero que mis votos perpetuos me ayuden a estar más abierto a la gracia para ser un buen hermano y miembro de la Iglesia al servicio de todos», compartió el H. César Pérez, LC.
«Hice mi profesión perpetua y experimenté una gran alegría al dar este paso definitivo. Desde mi candidatado en 2009, he encontrado en la Legión una Congregación que me acoge como soy, que me inspira en la búsqueda de la santidad y con quien comparto una misión apasionante a la cual cada uno contribuye con sus talentos para establecer el Reino de Cristo.
Ser un Legionario hoy me apasiona más que nunca y me considero muy bendecido por Dios de haber recibido la llamada de ser un hermano y eventualmente un sacerdote en esta gran obra de Dios», comentó el H. Luke Rawicki, LC.
Treinta y un jóvenes de Polonia, México, Colombia, Estados Unidos, Venezuela y Brasil, dieron su «sí» a Cristo, dando un paso de confianza sabiendo que el camino será arduo y hermoso porque tienen la certeza, como los apóstoles, que Cristo siempre estará a su lado como el «Divino Amante».
Joseph Ratzinger, en el libro citado al inicio, concluye que la fuerza y la alegría de los apóstoles proviene de la certeza de saber que Jesucristo está con ellos. No se sienten abandonados. «Están seguros que el Resucitado, está presente entre ellos, precisamente ahora, de una manera nueva y poderosa».