El 19 de septiembre, en la catedral metropolitana de San Salvador, el Card. Gregorio Rosas Chávez ordenó diácono al P. Juan Carlos Arias, LC y sacerdote al P. Roberto Villatoro, LC.
El P. Noel Quezada, LC, superior de la comunidad de los padres legionarios de Cristo en El Salvador, presentó a los ordenandos al Card. Gregorio para ser admitidos al sacramento del orden.
«¿Por qué estamos aquí?», comenta el Card. Gregorio al inicio de su homilía, «es algo inimaginable, no estamos en Roma, ni en México, sino que estamos aquí en lo que fue la cátedra de Mons. Romero y que ahora acoge su cuerpo en la cripta. El Papa Francisco nos recuerda que debemos dejarnos soprender por Dios y esa es la actitud de los ordenandos hoy.
«Ustedes serán ordenados en tiempos de pandemia», prosigue el Card. Gregorio, «cuando todos hoy quisieran ver sus rostros a lo largo de la ceremonia, pasaremos buena parte de la ceremonia utilizando la mascarilla. Es un signo impactante. Sin duda la sopresa más grande es verles a ustedes aquí. Esta es la casa de nuestro Salvador, ese Cristo que todos ustedes y nosotros queremos seguir. Estar aquí es una gracia y un compromiso. Una gracia porque este templo recoge las alegrías y tristezas, los gozos y esperanzas del pueblo salvadoreño, incluso de los no católicos. ¿Quién es Mons. Romero? Él se definió como un simple catequista.
Juan Bautista también se llamó a sí mismo: «la voz que clama en el desierto». Mons. Romero en el Adviento de 1978, basándose en el conocido comentario de San Agustín de que: «Juan era la voz, y Cristo era la Palabra», nos dejó esta impresionante reflexión: «todos los que predican a Cristo son voz, pero la voz pasa, los predicadores mueren, Juan Bautista desaparece. Solo queda la palabra. La palabra queda y ese es el gran consuelo de quien predica».
Dirigiéndose a los ordenandos, el Card. Gregorio añadió: «Juan Pablo y Roberto, yo sé que ustedes han venido aquí con el corazón abierto, con el oído abierto a lo que el Señor les quiera decir hoy. Él también les está hablando y nos está hablando a todos nosotros. Nos habla ante todo en su Palabra. Esa Palabra que se ha hecho carne en Jesucristo. Nos habla también a través de las personas y de los acontecimientos».
«La Iglesia es servidora. Una Iglesia, como dice el Papa, pobre y para los pobres. Este es el gran desafío de la Iglesia hoy: ser creíble porque opta como Jesús por los pobres. Estar aquí, en esta catedral, es recordar que esto es posible cuando nos dejamos conducir por Dios».
El Card. Gregorio concluyó su homilía diciendo: «Auguro para ustedes un ministerio de auténtico discipulado y que Cristo sea el que va delante y ustedes detrás de Él. Dios los bendiga y que tengan un ministerio muy fecundo en el nombre del Señor».
Ceremonia en la Catedral de San Salvador transmitida en Facebook
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