Entrevista a Ana Piles, madre del novicio Marcos Caras
Detrás de cada vocación hay una familia, y detrás del H. Marcos Caras, novicio de los legionarios de Cristo desde este viernes 11 de septiembre, están sus padres José Miguel y Ana, y su hermana Anamari. Hemos hablado con la madre de Marcos -médico otorrino, especializada en el campo de la patología de la voz- sobre la vocación de su hijo, sobre la forma de acompañarle, sobre su relación con Dios, sobre su experiencia en Highlands School Los Fresnos… Y nos ha contado cosas como que la vocación de Marcos la viven “con gratitud profunda y algo de desconcierto”, pues una vocación religiosa es algo “tan inabarcable, que pienso que ningún padre imagina algo así en su casa”. Sus palabras traslucen emoción y admiración, pero también realismo: “¿la ausencia?: ¡Uf!, sé que va a ser dolorosa, pero es un ‘sufrir bonito’, es echarse de menos por puro cariño. Pero sí, como madre me pesa que pueda necesitarme, ver que esté bien, educarlo… así que tendré que rezar más”.
¿Cómo habéis vivido la decisión de vuestro hijo de entrar en el noviciado? ¿Cómo la habéis acompañado? ¿Cómo se va forjando esa decisión o claridad en él? ¿Qué papel tenéis y jugáis vosotros como padres, y la familia? ¿Qué habéis querido aportarle?
Lo vivimos con gratitud profunda y algo de desconcierto. Una vocación religiosa es algo tan inabarcable que pienso que ningún padre imagina algo así en su casa. Indignos somos. La única explicación es que los hijos no son nuestros, son criaturas preciosas de Dios.
Al principio piensas que son cosas de buen corazón o anhelo espiritual, pero la vocación de Marcos ha crecido y madurado con él. Fue siendo cada vez más fuerte, “mamá, no tengo ‘opción B’”. En la Legión le ríen los ojillos, y le vibra el corazón. Hemos hablado muchas veces de ello, de la donación, de la grandeza del sacramento, de la exigencia, de la responsabilidad, de la posible soledad. Todo está “perfecto” para él.
Así que nosotros hemos estado a su lado, hemos creído en él, le hemos animado… y le hemos rezado para que sea lo que Dios quiera. Lo único que le hemos dicho es que “si quieres ser sacerdote, has de ser un sacerdote santo”.
Vuestro hijo ha estudiado en Highlands School Los Fresnos, ¿qué le ha aportado a vuestro hijo el colegio y el hecho de ser un colegio del Regnum Christi? ¿Y a vosotros como familia?
El colegio fue, como dije, un descubrimiento. En el colegio, en sus capellanes, su dirección y su personal docente, el staff en general, conocimos la congregación y a todo el Regnum Christi. Fue como encontrar la horma del zapato. Para mí fue como la “justa medida”: Cristo en el centro de todo, con profundo respeto, pero siempre todo fácil; disciplina pero con ternura; amor de Dios a raudales. Eso se respira en cada rincón de Highlands Los Fresnos, que además es un colegio muy especial. Yo diría que tiene “alma”, si se permite esa expresión.
El colegio nos permitió mitigar la añoranza de la familia, nos dio los amigos que hoy tenemos y nos hizo crecer a nosotros con nuestros hijos, también en la fe, iniciando muchas actividades y apostolados. Nuestros hijos son como son en gran parte por el colegio.
¿Y cómo decidiste llevar a tus hijos a un colegio Regnum Christi?
Nos trasladamos a Madrid en 2009 por el trabajo de José Miguel. Marcos cursó primero de primaria en Dominicos y Anita estaba en la Escuela Infantil. Buscábamos un colegio en la zona, católico y a ser posible bilingüe. A José Miguel, que lo visitó primero, le encantó. Después llevamos un día los niños: entraron y salieron felices. Se quisieron quedar a comer el día de prueba y los recogimos a las 5. No conocíamos el Regnum Christi. ¡Fue un descubrimiento!
¿Cómo pueden apoyar los padres en el discernimiento de la vocación de sus hijos? ¿Cómo lo habéis hecho vosotros? ¿Duele? ¿Conmueve?
Todos los padres quieren lo mejor para sus hijos. Así que aunque la separación cuesta, lo que quieres es ver a tu hijo en plenitud. ¡Qué mejor manera que consagrado a Dios, que no le puede fallar nunca!
No temo la ausencia, que uf, sé que va a ser dolorosa, pero es un sufrir bonito, es echarse de menos por puro cariño. Pero sí como madre, me pesa que pueda necesitarme, ver que esté bien, educarlo… así que tendré que rezar más: la Virgen ha de ser mis manos y mis ojos, y San José, al que tenemos devoción por Anita, ha de ser su custodio.
La vocación no es solo de Marcos, también es vuestra como familia de un seminarista: ¿cómo os planteáis el acompañamiento de vuestro hijo a partir de ahora?
Nosotros solo podemos acompañarle con la oración. Estando a su lado en la medida que sea posible, y rezando. Es una gran responsabilidad. Tendremos que rezar más. Tendremos que ser mejores.
¿Qué te ha dicho Dios o te ha descubierto de sí mismo para ti a lo largo de este camino que estáis viviendo?
A lo largo de este itinerario, que es la vocación, Dios cuida de sus criaturas y Él tiene la última palabra. Él las sostiene a través de personas que pone en tu camino… Es Dios quien va dando la forma; va dando los pasos contigo, sobre todo en los momentos de dificultad. Sí, Él cuida.
Además de mamá del colegio, creo que diriges el coro, ¿cómo nació esta iniciativa?
Sí, formo parte del “coro de madres” como lo llamamos nosotras… Comenzamos a reunirnos tres-cuatro madres para aprender canciones nuevas para la misa de diario. Y tuvimos la idea de pedir incorporar a los niños del cole; yo canté en el coro de mi colegio, y después en el de la Parroquia. Highlands Fresnos, que siempre nos ha apoyado, nos dio no solo el visto bueno, sino la forma y el soporte para hacer ensayos. Así comenzamos a cantar en las celebraciones dentro y fuera del colegio. Es un “coro litúrgico”. Es para dar gloria a Dios, rezar y ayudar a rezar. Es una amalgama preciosa de madres, profes y niños, que son lo mejor. Todos caben en el coro, todos cantan bien: sólo hay que poner el corazón en lo que uno está cantando y querer mucho a Jesús.