Hace catorce años, Eduardo González escuchó en su escuela una plática sobre la vocación impartida por un Legionario de Cristo. Cuenta que el testimonio de alegría y servicio del padre influyó fuertemente en él y que Dios aprovechó para poner en su corazón una inquietud que fue creciendo a lo largo de tres años antes de entrar al Noviciado de los Legionarios de Cristo.
Después de un camino de formación en lo espiritual, intelectual y en el apostolado, Eduardo llegó al altar de la Catedral Basílica Menor Inmaculada Concepción, en su natal Durango, a recibir el sacramento de la ordenación sacerdotal en manos del arzobispo Mons. Faustino Armendáriz Jiménez.
En este recorrido para atender el llamado que Cristo le hizo, se ha encontrado con momentos de prueba, pero también con momentos de mucha gracia. El P. Eduardo comparte cómo el dejar partir al mayor de los hijos se convirtió en una prueba de generosidad para su familia y cómo encontró en ellos un testimonio de fe al apoyarlo, aunque no lograran entender del todo lo que esta vocación implicaba.
Al preguntarle ¿por qué ser Legionario de Cristo? El joven sacerdote habla con franqueza sobre los recientes años en los que era legítimo cuestionarse la permanencia en la Congregación, pero también demuestra con seguridad que su ingreso a la Legión no fue por ser un lugar perfecto, ya que él también se describe como imperfecto:
“Soy Legionario de Cristo porque delante de Dios estoy seguro de que es el lugar a donde nuestro Señor me llamó para servir a Dios y a su Iglesia. Es el lugar donde quiere que ponga lo mejor de mí”.
Y finalmente, llegó la fecha tan esperada por él y su familia.
Mons. Armendáriz, pastor de la Arquidiócesis de Durango, dirigió su mensaje recordando las palabras del Evangelio de San Marcos: “Jesús los llamó para estar con Él y enviarlos a predicar».
Mons. Armendáriz, recordó la misión a la que todos los miembros del Regnum Christi están llamados:
“Hacer presente el misterio de Cristo que sale al encuentro de las personas, les revela el amor de su corazón, las reúne y forma como apóstoles, líderes cristianos, las envía y acompaña para que colaboren en la evangelización de los hombres y de la sociedad” (EFRC, 8).
Enfatizó las cualidades esenciales que manifiestan al mundo la gloria de Dios y el ser sacerdotal en el cual el P. Eduardo ha sido constituido:
La humildad y la obediencia, para contar con la disposición del alma que busca la voluntad de quien envía. El celibato, la perfecta y perpetua continencia por el Reino de los Cielos, recomendada por nuestro Señor, aceptada con gusto y observada plausiblemente en el decurso de los siglos e incluso en nuestros días por no pocos fieles cristianos. Y por último la pobreza, para lograr la correcta postura ante los bienes de la Tierra.
“Nuestro mundo hoy no quiere que solo se le hable de pobreza, obediencia y celibato; quiere verlo en nosotros, quiere ver nuestro testimonio, quiere que con nuestro ejemplo reflejemos lo que hizo Cristo y quiénes somos: Alter Christus”.
El P. Eduardo González, LC, estuvo acompañado por su familia, amigos y por sus hermanos Legionarios de Cristo, que viajaron desde distintos puntos del país.
Todos los asistentes en el templo y los espectadores que siguieron la transmisión en Facebook y YouTube estuvieron unidos en oración desde México, Estados Unidos, Colombia, Brasil, España e Italia; hicieron suya esta historia de vocación.