No pocos de nosotros caminamos sin la necesidad de estar pensando específicamente en cada paso que damos. La mente va en las clases, en el apostolado, en el calendario, en el watsapp, en el Outlook o en Instagram, y los pies incluso así, con la mente en otro mundo, llevan un ritmo continuo en el caminar. ¿Qué es un paso en medio de un paseo? Es apenas una nota en medio de una sinfonía, no es más que una letra en un largo diccionario.
Pero lo que es sencillo para los cuádriceps y gemelos, es a veces toda una hazaña para los músculos del alma. Un paso más en la vida de oración, en la relación con Cristo, en la vida de gracia, puede ser a veces una tarea de varios días sino de meses. Es un campo donde más que forzar músculos, es necesario abrirse al coaching del Espíritu Santo.
Por ello las constituciones de la Legión de Cristo ponen en el número 13, que los legionarios,
Sean dóciles a sus inspiraciones para caminar fielmente por el sendero de la voluntad de Dios.
Dar el primer paso en la vida religiosa es un arte, pero dar el último es un don. Al inicio prevale la fortaleza que responde a la invitación del Padre, pero en el camino la maestría está en pasar el mando al Espíritu Santo. Ya que, como lo dice la imagen clásica: con los remos llegaremos lejos, pero con las velas será más rápido y sin tanto cansancio.
Esto implica la sencillez de la docilidad, con la humildad de reconocer que no se sabe todo. Qué dulce se hace el caminar del que es guiado por otro, ya que está libre de la presión del éxito a toda costa, y además se tiene la libertad de poder parar para reubicarse dentro de la ruta.
Demos un paso más en cada momento, de la mano del que ha inspirado la historia. Que el Espíritu Santo sople nuestro navegar, hinche las velas de nuestro dinamismo apostólico y haga deslizar nuestra barca por el camino de la oración.
Por José Pablo Poblete, LC