Carlos Ángel Martínez ingresó a la Legión de Cristo en noviembre del 2004 en su natal Colombia. Durante su tiempo de formación en Roma fue intervenido quirúrgicamente y por un mal procedimiento médico contrajo una infección en la columna que casi lo deja inmóvil.
El 29 de mayo llegó a su ordenación diaconal poniendo ante el altar todos los sufrimientos causados por este problema envueltos en el amor a Cristo y en su vocación, pero sobre todo con la confianza en la Divina Providencia que lo ha acompañado a lo largo de su peregrinar.
La hora eucarística: el inicio de su llamado
A la edad de 14 años un Legionario lo invitó a ser parte del Regnum Christi mientras realizaba una visita al colegio del P. Carlos. En ese entonces aún no existía el ECYD y las actividades que tenían se enfocaban en la Hora Eucarística, donde una gran cantidad de jóvenes se daban cita para adorar al Señor y meditar en su palabra.
El P. Carlos junto con sus hermanos asistían con bastante frecuencia a la adoración que comenzó a despertar en él la disposición para el llamado que nuestro Señor estaría por hacerle.
Ingresó al Centro Vocacional de Medellín dónde llevó su proceso de discernimiento. Un periodo de tres años que lo ayudó a hacer buenas amistades y a vivir en un ambiente de fraternidad.
Al terminar su periodo en Centro Vocacional ingresó al Noviciado de la misma ciudad, posteriormente trabajó en el norte de Italia en la promoción vocacional, cursó estudios en España y Estados Unidos.
Llegó a la ciudad de Monterrey para hacer sus prácticas apostólicas por cuatro años y regresó a Italia para continuar estudiando y colaborar en la Dirección General de la Legión de Cristo en Roma.
Un mal procedimiento y el cambio de planes
Durante su última estancia en Roma el P. Carlos se sometió a un procedimiento quirúrgico en el que contrajo una infección en uno de los discos lumbares. Los médicos no supieron atenderla y después de varios problemas causados por la infección, de cuatro operaciones y de ir adquiriendo limitaciones en su movilidad, llegó al límite del peligro de quedar paralizado.
Decidió regresar a Monterrey para ser atendido por un médico que le ofreció sus servicios y la posibilidad de mejorar su salud. Después de varios estudios han podido diagnosticar el problema y comenzar a tratarlo para terminar con la bacteria.
El P. Carlos se encuentra mejor y ha salido de la etapa crítica en la que se encontraba. Sin embargo, el daño causado por la infección ha dejado secuelas por lo que tendrá que esperar para dar los siguientes pasos rumbo a su recuperación. Tiempo que requiere de cuatro a cinco años de tratamientos y cuidados especiales que lo siguen limitando. Ahora se encuentra dedicado completamente a los estudios.
Al transcurrir el tiempo y con la emoción de recibir el diaconado, el P. Carlos describe toda su situación como una gracia que Dios le ha regalado. Se ha dado cuenta que el sufrimiento es una experiencia de vida enriquecedora ya que le dio la posibilidad de experimentar el consuelo de Dios y el cariño de muchas personas que han estado a su alrededor para sostenerlo y acompañarlo.
Un consejo para las personas que sufren
Para el recién ordenado diácono es muy importante aprender a enfrentar los retos y superar las dificultades que la vida siempre va presentando. Aceptar con amor y seguir adelante con un espíritu de confianza en Dios buscando las motivaciones que nos puedan sostener.
En el caminar de la vida religiosa el P. Carlos siempre ha tenido una motivación principal: seguir a Cristo. Es lo que siempre lo ha empujado.
“Uno busca mejorar no solo para estar bien, sino para poder estar disponible para servir a las personas”.
En segundo lugar, pone como parte de sus motivaciones el servicio a las personas que Dios ha puesto en su camino. Seguir formándose para servir siempre de la mejor manera y cumplir la misión encomendada.
“Como Cristo, siendo un buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo y en su alma; lo unge con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza”.
Recomienda tener siempre presente que Cristo cuando nos ve débiles y enfermos, siempre sale a nuestro encuentro a consolarnos y en muchas ocasiones, esos consuelos vienen en forma de los medios que nos permiten superar las dificultades.
Invita a todas las personas que están pasando por una situación difícil a que nunca dejen de luchar. Entiende que la enfermedad puede llegar a “tumbarnos” pero que al mismo tiempo es una oportunidad para sacar fuerzas de las que no estábamos consientes que tenemos. Además, invita a vivir con alegría cada uno de los momentos, no permitir que la enfermedad y el sufrimiento “nos aplaste” y a compartir esa alegría con los demás.
Seguidor de Cristo, con o sin limitaciones, para siempre
Llegó el momento de la ordenación diaconal de manos de Mons. Rogelio Cabrera, arzobispo que la Arquidiócesis de Monterrey. En una ceremonia sencilla en la capilla del CECVAC International School y adaptando el rito por las limitaciones físicas del P. Carlos.
En la homilía, Mons. Rogelio recordó que al ordenarse diácono lo será para siempre, lo mismo que los obispos y los presbíteros, quienes siguen siendo diáconos y a imagen de Jesucristo deben servir a los más pobres, a los enfermos, a los aislados y a los más necesitados.
“Dios te ha puesto en prueba por tu enfermedad, pero tú mismo sabes que en Jesús encuentras luz y esperanza sabiendo que con limitaciones o sin ellas eres seguidor de Cristo. En la iglesia hay grandes hombres que más allá de los límites de salud han llegado a la santidad”.
Mons. Cabrera invitó al P. Carlos a no disminuir su ánimo, a seguir luchando y a ser testimonio para todos a los que el Señor ponga en su camino.
A pesar de que durante el rito de ordenación no pudo postrarse en el altar, el nuevo diácono mostró una disposición de entrega total, ofreciendo a Cristo todo lo acontecido en su vida, como una ofrenda llena de alegría y momentos de sufrimiento a causa de su enfermedad.
La familia del P. Carlos no pudo estar presente físicamente, pero pudieron seguir la ceremonia a través de las redes sociales.
Uno de los momentos más emotivos se presentó cuando el hermano del P. Carlos, también sacerdote Legionario de Cristo, lo revistió con la casulla. En ese momento, el abrazo del hermano de sangre y vocación fue un momento de gozo espiritual para todos los asistentes y seguidores de la transmisión.
El P. Carlos Ángel seguirá en su proceso de recuperación y mantiene la esperanza de que Dios le seguirá sosteniendo y mostrando el camino a seguir.
Con gusto, pero sobre todo con amor apasionado a Jesucristo, abraza su cruz; ahora con un ministerio de servicio a las almas.