El Cardenal Luigi De Magistris, penitenciario mayor emérito, falleció en la noche del miércoles 16 de febrero a los 95 años de edad. “El arzobispo de Cagliari, Giuseppe Baturi, y toda la comunidad diocesana, recuerdan con admiración y gratitud la intensa labor apostólica del Cardenal De Magistris y eleva fervorosas oraciones al Señor para que reciba a este servidor fiel en la Jerusalén celeste y conceda consuelo a su familia y a todos aquellos que disfrutaron de su amistad durante el tiempo de su vida terrena”, se lee en un comunicado de la arquidiócesis de Cagliari.
Al recordar a este querido hermano que, animado por un irreprochable celo sacerdotal, sirvió al Señor y a la Iglesia con gran dedicación, pienso con gratitud en su generoso compromiso con la Santa Sede como colaborador diligente y sabio de mis predecesores (Telegrama del Papa Francisco a Mons. Giuseppe Baturi).
La incansable dedicación al sacramento de la reconciliación
Transcurrió muchos años de su vida dedicándose al sacramento de la reconciliación. En una entrevista concedida a L’Osservatore Romano en julio de 2015, había afirmado que, para ser buenos confesores, se necesita ser “cultos y buenos”, poseer “una buena formación y también un profundo conocimiento de la teología moral, junto con una actitud amorosa hacia el penitente, quien no debe tener miedo de confesarse”.
A inicios de los años 90, el entonces Mons. De Magistris, formó parte del primer grupo de profesores invitados que impartía formación académica en los inicios del Ateneo Regina Apostolorum de Roma. Y durante varios años, impartió también conferencias a los legionarios de Cristo que estudiaban teología, en el año previo a sus respectivas ordenaciones sacerdotales, sobre el sacramento de la reconciliación y la pastoral de la confesión. Una jornada de estudios conocida como «Ad audiendas confessiones».
El 22 de diciembre de 2007, ordenó sacerdotes a 48 legionarios de Cristo en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma. En su homilia pidió a los ordenandos que fueran “ministros de la verdad, sedlo siempre; ser sacerdote de Cristo es ser sacerdote en la Iglesia, con la Iglesia y para la Iglesia; como ministros del perdón, nunca digáis ‘no’ a alguien que os pida el sacramento de la confesión; celebrad la Eucaristía como si fuese la primera, la única y la última de vuestra vida”.
El P. Jesús Villagrasa, LC, consejero general de la Legión de Cristo, comentó en una publicación de Facebook: «Fue mi maestro para escuchar confesiones (ad audiendas confessiones) en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Hombre de inteligencia agudísima, extraordinaria memoria y profunda humildad; amante de la verdad; hijo ferviente de la Iglesia y del Papa; formas externas de ‘Don Camillo’; grandísimo sentido pastoral, corazón sacerdotal y apertura mental. ¡Descanse en paz!».