El padre César Pérez Luzardo, de Barquisimeto, y quien actualmente trabaja en la pastoral vocacional en Bogotá, fue ordenado sacerdote el 19 de marzo en Venezuela. La ceremonia, presidida por monseñor Luis Enrique Rojas, obispo auxiliar de Mérida, tuvo lugar en la catedral de esta ciudad y se pudo seguir en vivo a través del canal de Youtube de la Arquidiócesis de Mérida.
En esta entrevista concedida a la oficina de comunicación del Regnum Christi del territorio de Colombia-Venezuela, el P. César nos habla de su vocación, del papel que su familia y las diversas vocaciones del Regnum Christi han jugado en este camino y de lo que significa para él ser sacerdote legionario de Cristo.
El P. César Pérez Luzardo, LC nació el 9 de noviembre de 1987 en Barquisimeto, Venezuela. Hijo de padres médicos, es el segundo de tres hermanos varones. Se graduó como Ingeniero en Telecomunicaciones semanas antes de entrar al noviciado en Alemania. Realizó sus estudios de humanidades en Salamanca (España), los de filosofía en Roma, sus prácticas apostólicas como asistente de novicios en Venezuela y los estudios teológicos en Roma. Actualmente lleva a cabo su misión como promotor vocacional en Colombia.
¿En qué momento descubrió que el Señor le pedía ser sacerdote legionario de Cristo?
Sacerdote, cuando de pequeño veía la mano extendida del Corazón de Jesús hacia mí y la reveía una y otra vez durante la Eucaristía. Una mano extendida y la otra en su Corazón ha sido para mí la portada de su invitación a seguirlo. Legionario de Cristo, muchos años después, cuando tras de la muerte repentina de mi hermano a sus 23 años – que era miembro del Regnum Christi – decidí ocupar su lugar como misionero en Semana Santa. Ahí pude comprender el lugar al que esa
invitación a seguirlo me llamaba.
¿P. César, qué ha significado su familia en este camino vocacional?
Soy el segundo de tres hijos varones. Mis padres son médicos con un enorme espíritu de servicio: papá, internista; mamá, ginecobstetra. Aunque sus grandes ocupaciones los mantenían distantes de una vida practicante de la fe, nos transmitieron una verdadera sabiduría de vida, fruto de su contacto tan asiduo con el dolor humano y, por tanto, nos hablaron con sus vidas de Dios indirectamente. Tengo una familia maravillosa por su gran sentido del humor y muestras de cariño.
Cuando sentí la vocación, mi mayor dificultad y la causa de más dudas y de sufrimiento fue la pregunta: «¿Cómo irme y dejar a mi familia?». Y cuando tomé la decisión de seguir al Señor no podía comprender cómo tenía la fuerza de salir de casa si hacía poco mi hermano mayor había partido; pero lo cierto es que la tenía. Es justo en ese espacio de mi corazón, de mi preocupación por mi familia, donde he experimentado la certeza de la acción de Dios. Él ha sido fiel a aquella consigna “ocúpate de las cosas de Dios, que Dios se ocupará de tu familia”. A ellos lo ha protegido más allá de lo que yo hubiese podido hacer con mi presencia, y no sólo en los aspectos más externos sino sobre todo en el ambiente interior. En diciembre del año pasado pude compartir con ellos las vacaciones navideñas, con casi 30 familiares. Y después de haber realizado como diácono el bautizo de la hija de un primo, miraba al Cristo en el altar y me imaginé que justo en ese momento – en el que yo estaba siendo inmerecidamente un instrumento de gracia para todos ellos – el Señor con una mirada de picardía me decía: “esto era lo que yo te decía, que yo me ocuparía de tu familia”. Ahí, he podido decir tantas veces: “Es el Señor”.
¿Qué significa ser sacerdote legionario de Cristo?
Significa, primero, entrar en el misterio de la voluntad de Dios para mí, pues nunca lo pensé con premeditación y, a diferencia de mis proyectos de vida, esta elección salió totalmente de mis esquemas: nunca escuché de los legionarios en noticias ni en propagandas ni en internet. Recuerdo incluso, cuando comencé a manifestar mi inquietud por la vocacional a algún sacerdote conocido, que ni él ni yo mencionamos jamás la Legión de Cristo. Viendo ahora hacía atrás, pienso que ser sacerdote legionario es primeramente esto: el fruto de una llamada e iniciativa divina que pensó esta Congregación para mí. Posteriormente, al conocerla más a fondo, en lo concreto y en la vida de oración, ha sido para mí el signo de la misericordia de Dios sobre lo que está roto en el mundo.
Yo ingresé en la congregación justamente en los años de su renovación, y experimenté en carne propia el estar en una familia con un pasado roto. El que la Iglesia nos haya mantenido en pie ha significado también para mí un modo específico de vivir el sacerdocio por medio la aceptación de una historia dolorosa, la confianza en la misericordia de Dios, la sanación y cura profunda del hombre, especialmente el que está más lejos; la huida radical de todo triunfalismo antievangélico y un grandísimo amor por toda la realidad eclesial.
¿Qué le fascina de la vocación a la que le ha llamado el Señor?
La amistad con Cristo y todos los frutos que de ella provienen: los espacios grandes para vivirla cada día a todo dar, la espontaneidad y belleza de las relaciones entre los que son amigos de un mismo Cristo, la creatividad para llevar a otros las riquezas de esta amistad, el dejarse guiar por Él siempre más allá.
¿P. César, cuál es el papel que su comunidad ha tenido en su vocación?
La comunidad ha sido para mí el primer regalo de Dios en mi vida religiosa: hermanos concretos a los que amar, de los cuales aprender, toda una universidad existencial del pedir perdón y perdonar, de realismo en el amor, de amistad profunda. Pienso en tantos hermanos que han sido instrumentos de Dios para sostenerme en momentos oscuros. También aquí está el escenario de tantas historias alegres y simpáticas de la vida con Cristo.
¿Cuál es el papel de los miembros de las demás vocaciones del RC en su vocación?
Yo fui miembro del RC antes de entrar en la Legión. Y aún recuerdo cuando, con miedo, le comenté a mi equipo sobre mi deseo de ir al candidatado. Después de mi frase breve y temblorosa, todos espontáneamente dieron un gran aplauso. Y de ese mismo equipo, meses después, hubo varios que estuvieron de colaboradores en distintos países. Han sido mi familia realmente, una muestra de la creatividad divina que se inventó el Regnum Christi. De ellos recibímuchas cartas durante mi noviciado, muestras de ánimo; y también les he pedido mucho consejo y ayuda.
¿P. César, cuál ha sido el momento más especial en la historia de su vocación?
El día que salí de mi casa sin saber a dónde iba, ni cómo sería, ni qué me esperaría. Ha sido de las experiencias más fuertes de mi vida, y el puerto seguro, cuando vuelvo a experimentar de varias maneras que el Señor tiene grandes cosas pensadas para los que confían en Él.