Llegó hace unas semanas finalmente a Chile y el próximo 7 de mayo se ordenará sacerdote en Roma. El P. César comenzó su proceso vocacional a los 12 años, cuando formaba parte del ECYD, posteriormente realizó sus estudios secundarios en el Centro Vocacional de Colombia, su país natal y al concluirlos ingresó al Noviciado.
El P. César J. Tobón, LC aterrizó en Chile luego de una larga espera producto del COVID. Asumirá labores en la Secretaría Territorial de los Legionarios de Cristo y en la Universidad Finis Terrae. El próximo 7 de mayo se ordenará sacerdote en Roma, en la Basílica de San Pablo Extramuros, junto a otros 36 legionarios de Cristo.
El P. César nació en Colombia y es el mayor de tres hijos. Estudió en un colegio salesiano y comenzó a participar en el ECYD a sus 12 años donde expresó una inquietud inicial por la vida sacerdotal. Fue así que, después de verlo con sus padres, decidió realizar sus estudios secundarios en el Centro Vocacional de su país para continuar discerniendo en su vocación, y al concluirlos ingresó al Noviciado. Realizó sus estudios de humanidades clásicas en España y de filosofía en Roma, en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, donde además colaboró en la Secretaría General de la Legión de Cristo.
Antes de llegar a Chile, fue profesor de novicios en el Noviciado de Monterrey, México; instructor de formación y miembro del equipo auxiliar del ECYD en el Instituto Kilimanjaro de esa misma ciudad. Realizó una licenciatura en Humanidades en la Universidad de Anáhuac, México y luego cursar su licenciatura en Filosofía y terminar su formación teológica en Roma.
La oficina de comunicación del Regnum Christi del territorio de Colombia-Venezuela publicó una entrevista al P. César cuando recibió el diaconado.
¿Qué quería ser antes de considerar la vocación religiosa?
En mi corazón había muchas ilusiones y deseos. Por un lado, siempre me han fascinado las ciencias humanas como la historia, el arte, la arqueología, y quería obtener la mejor formación en una de estas áreas. Además, en mi casa siempre me inculcaron la ayuda a los más necesitados y sentía la llamada de ayudar a quien lo necesitara. Al final Dios siempre hace bien las cosas, pues como religioso estoy entregando mi vida a Dios con una dedicación total a las almas que Él pone en mi camino, y a la vez se han dado las oportunidades para obtener una buena formación en las ciencias humanas.
¿Qué lo llevó a tomar la decisión de consagrar su vida a Dios?
El deseo de responder a Dios ante una invitación de amarle, seguirle y dedicar toda mi vida en el servicio a los demás. No sólo en un servicio filantrópico, sino como sacerdote entregado a las almas. Y finalmente al considerar el amor total y misericordioso de Dios hacia mí.
¿Le costó decirle sí a Dios?
Al inicio de mi camino de discernimiento, sobre todo en el seminario menor y en las primeras etapas formativas, podría decir que no me costaba mucho. Con el pasar de los años y en ciertas circunstancias sí ha sido más difícil responder con totalidad al amor que el Señor me ofrece. Estos momentos son parte esencial del camino de todo cristiano. En la vida del sacerdote adquieren una mayor relevancia porque ayudan a fraguar el corazón en el crisol del Amor.
¿Cuál ha sido el momento más feliz en la historia de su vocación?
El Señor ha sido grande conmigo y me ha proporcionado muchas ocasiones de gran felicidad, por lo cual sería injusto si señalara sólo un momento. El trabajo apostólico y convivencia con los niños y las familias del Kilimanjaro de Monterrey marcaron un antes y un después en mi vida. Los años como profesor en Salamanca, Monterrey y Cheshire, y la colaboración en los cursos del Archivo Histórico de la Congregación fueron dones de Dios para mí. El apoyo y cercanía de mis hermanos legionarios, sobre todo durante estos últimos años en Roma, han sido fundamentales para mi vida y han traído ocasiones de gran alegría y felicidad.