El 29 de marzo se celebró una misa en la capilla del Colegio Internacional de Roma, en acción de gracias por el reconocimiento de las virtudes heroicas del Venerable Cardenal argentino Eduardo Pironio.
El Card. Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, presidió la celebración eucarística. También estuvo presente Mons. Fernando Vérgez, quien fuera secretario del Cardenal Pironio. Mons. Vérgez es presidente del Governatorato de la Ciudad del Vaticano. Concelebraron también Mons. Brian Farrell, Mons. Renato Boccardo, el P. John Connor y algunos sacerdotes de las comunidades de Roma.
«A la ceremonia se unen muchas personas espiritualmente, de los diferentes lugares donde el Cardenal Pironio vivió y trabajó, en la querida tierra de Argentina, donde fue bautizado, se hizo sacerdote, profesor y luego obispo; y en América Latina, de cuyo episcopado (CELAM) fue primero secretario y luego presidente. También de Italia, lugar de origen de su familia, en Roma y el Vaticano con los diversos dicasterios que presidió bajo los santos pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, así como la diócesis suburbana de Sabina-Poggio Mirteto», dijo el Card. Sandri.
«La amistad del querido Cardenal Pironio con Dios para los hombres se consumó y purificó también a través del altar de la Cruz y del dolor, vivido con dignidad y sin querer dejar de encontrarse con las personas que estaban cerca de él, como muchos pudimos experimentar. Con confianza fraterna, con ese espíritu infantil de su primera comunión, afirmó en su testamento espiritual: «Doy gracias al Señor por el privilegio de la cruz. Me siento muy feliz de haber sufrido tanto. Sólo lamento no haber sufrido bien y no haber saboreado siempre mi cruz en silencio. Deseo que, al menos ahora, mi cruz comience a ser brillante y fructífera». Lo que la Iglesia ha reconocido en los últimos años, y a la espera de que se reconozca un milagro que pueda llevar a la beatificación del Venerable Eduardo, es la señal de que esa cruz sí se ha confirmado como luminosa y fecunda», añadió el cardenal Leonardo Sandri.
El 6 de febrero de 1978, el Card. Pironio dejó escrito el siguiente mensaje en el libro de visitas de personas distinguidas del Colegio de Roma de la Legión de Cristo:
“Si el grano que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere da mucho fruto” (Jn. 12,24). Así nace la Iglesia en el corazón de la Cruz Pascual de Jesús. Es el único camino para llegar al Padre en el Espíritu. El único modo de ser felices y fecundos. La única manera de servir a los hermanos en la comunicación profunda de Jesucristo. Lo deseo de corazón a los queridos Legionarios de Cristo. Y pido a la Virgen Fiel los haga siempre “alegres en la esperanza, fuertes en al tribulación, perseverantes en la oración” (Rom. 12,12).
Los bendigo en Cristo y María Sma.
6-II-78
E. Card. Pironio
Prefecto de la S. Congregación para los Religiosos e Inst. Seculares
Cardenal Eduardo Francisco Pironio: un pastor amable y acogedor
El Card. Eduardo Pironio, nació el 3 de diciembre de 1920 en Nueve de Julio, Argentina. De familia de emigrantes italianos, murió en Roma el 5 de febrero de 1998. Persona de grandes cualidades humanas y profunda espiritualidad, fue su madre quien le transmitió, a través de la oración constante, una fuerte fe, que luego se fortaleció con el estudio, la lectura y la meditación. Su personalidad se caracterizaba por la esperanza y la alegría, ligadas a la espiritualidad mariana del Magníficat. Su capacidad de mediación fue fruto de la confianza en la Providencia. Fue una pieza clave durante los trabajos de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia en 1968.
Ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1943, desempeñó diversas funciones en su país. En 1962 participó como observador en la sesión inaugural del Concilio Vaticano II, al año siguiente, fue nombrado entre los «expertos». Ordenado obispo el 31 de mayo de 1964, ejerció su ministerio en varias diócesis. Estaba al frente de la diócesis de Mar del Plata cuando en 1974 Pablo VI le invitó a predicar los Ejercicios Espirituales a la Curia Romana. El mismo Pontífice lo creó cardenal el 24 de mayo de 1976. Juan Pablo II le confirmó como Prefecto del Dicasterio para los Religiosos, especialmente comprometido en fomentar y apoyar la renovación conciliar de los religiosos.
A partir de 1984, como presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, eligió tres prioridades: formación, comunión y participación. Se comprometió, en sintonía con el Papa Wojtyla, en la promoción y discernimiento de los nuevos Movimientos Eclesiales. Tenía una especial preocupación por los jóvenes, fue de los iniciadore de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Los últimos años de su vida estuvieron marcados por la enfermedad, asumió la carga de un sufrimiento cada vez más agudo con confiada esperanza, ofreciéndolo, como el mismo escribió: «por la Iglesia, los sacerdotes, la vida consagrada, los laicos, el Papa, la redención del mundo».
Bibliografía con escritos del Cardenal Eduardo Pironio
Por su interés, anotamos a continuación un elenco de libros con escritos y reflexiones del Cardenal Eduardo Pironio: