Artículo publicado por el sitio web del Regnum Christi de España sobre el trabajo pastoral y vocacional del padre Ignacio José González, L.C.
El P. Ignacio José González, L.C., trabaja en el equipo de pastoral universitaria de la Universidad Francisco de Vitoria. Y este curso tiene sobre sus espaldas y en su agenda un buen número de tandas de ejercicios espirituales para jóvenes. El padre nos cuenta que “los ejercicios espirituales afrontan preguntas y temáticas existenciales. Te ponen en camino y te dan las herramientas para que puedas enfrentarte a estos desafíos”. Él, por su parte, “no busca dar soluciones, sino trata de acompañar al ejercitante para que pueda acoger la obra de Dios en su vida”
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Como predicador de ejercicios espirituales, el P. Ignacio José aprende mucho de los jóvenes. Entre estas cosas, su valentía: “Tienen miedos, pero se enfrentan a estos miedos y desean resolverlos. Esto hace de los jóvenes, buscadores. Son inquietos, no les sirve cualquier cosa”. Esto es una exigencia que pide “vivir en verdad y coherencia. Ellos se dan cuenta si lo que les dices lo vives o no. Cada tanda que dirijo para mí es una exigencia personal de autenticidad. La mentira la detectan y se cierran, simplemente se van”.
¿Cuál considera que es el principal desafío que enfrentan los jóvenes en su vida espiritual hoy en día y cómo los ejercicios espirituales les ayudan a enfrentarlo?
Yo creo que el gran desafío a que se enfrenta un joven de hoy en día es a superar la desintegración, superar la fragmentación de la vida. Hoy el joven con facilidad se pierde en el presente y se atomiza con mil cosas que debe hacer y, de este modo, pierde el sentido de su vida quedándose sin respuestas las preguntas más esenciales: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿qué sentido tiene esto de vivir?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿por qué y qué sentido tiene el mal y el sufrimiento, especialmente del inocente?, ¿por qué morimos y por qué vivimos si al final vamos a morir?
Los ejercicios espirituales afrontan todas estas preguntas y temáticas. Te ponen en camino y te dan las herramientas para que puedas enfrentarte a estos desafíos.
¿Qué temas y reflexiones considera prioritarios al preparar los ejercicios espirituales y cómo busca que estos resuenen en sus vidas?
Los ejercicios espirituales, según la tradición de San Ignacio de Loyola, tienen ya su estructura y está fijado el camino que se recorre. Es una tradición avalada por 500 años de práctica y con mucha literatura que los profundiza, y la fecundidad es evidente. El que dirige este tipo de ejercicios espirituales no busca dar soluciones, sino trata de acompañar al ejercitante para que pueda acoger la obra de Dios en su vida. Le ayuda a situar su vida en Dios desde allí buscar las respuestas en su vida. Las etapas, conocidas como semanas, son cuatro. La primera parte del Principio y Fundamento que tiene el fin de vivir en Cristo y Cristo en el ejercitante. La segunda comienza con la llamada al seguimiento de Cristo y concluye con el corazón de los ejercicios, la elección o la reforma y crecimiento de la vida. Y las tercera y cuarta es la confirmación del camino.
Tiene una estructura en espiral de tal modo que en cada día se hace todo el recorrido de los ejercicios, pero avanzando.
El último ejercicio espiritual preparan al ejercitante para vivir en su vida ordinaria la opción por el amor. Se llama: Oración para alcanzar el amor.
En los ejercicios es fundamental el coloquio diario para asegurar al ejercitante que los está viviendo desde la verdad.
Como predicador de ejercicios espirituales para jóvenes, ¿qué ha aprendido de ellos?
La sed que tienen de verdad. El deseo de encontrar la verdad sobre ellos, sobre Dios, sobre el hombre, el mundo y la vida. Cada tanda me lleva a cambiar algo para la siguiente. Los jóvenes van cambiando. No son los mismos de año en año. Su sensibilidad y modo de vivir cambia y yo debo de hablarles a sus vidas, no puedo decir siempre lo mismo y del mismo modo.
Otra cosa que he aprendido de ellos es que son muy valientes. Tienen miedos, pero se enfrentan a estos miedos y desean resolverlo. Esto hace de los jóvenes, buscadores. Son inquietos, no les sirve cualquier cosa. Para mí es una exigencia de vivir en verdad y coherencia. Ellos se dan cuenta si lo que les dices lo vives o no. Cada tanda que dirijo para mí es una exigencia personal de autenticidad. La mentira la detectan y se cierran, simplemente se van.
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¿Qué mensaje le daría a un joven que aún no ha participado en unos ejercicios espirituales, pero está en busca de sentido y dirección en su vida?
Mucha esperanza. Quisiera trasmitirles mucha esperanza y luz. La oscuridad que a veces les envuelve nunca podrá apagar la llama que tienen en su interior, como una vela no la apaga la oscuridad que tiene la habitación, sino la luz de la vela va poco a poco expulsando la oscuridad.
Le diría que se atraviese a hacer una experiencia de este tipo. A veces nuestro mundo interior nos asusta, nuestra historia tiene piedras que nos dan miedo y nos pesa y no sabemos cómo sacarlas, los ejercicios es un medio para integrar y lograr una narrativa completa y dejar de vivir huyendo del propio pasado. Hay una amor que nos precede y que nos envuelve, descubrirlo en los ejercicios espirituales es el principio del cambio.