«Jesús subió a un monte, y llamando a los que quiso, vinieron a él» (Mc 3, 13)
Por un lado está la decisión absolutamente libre de Jesús y por otro, el “venir” de los Doce, o sea, el “seguir” a Jesús […] La primacía absoluta de la gracia en la vocación encuentra su proclamación perfecta en la palabra de Jesús: No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto y que vuestro fruto permanezca (Jn 15, 16)»