Etapas de Formación

Candidatado

Es la etapa previa al noviciado que se realiza ordinariamente en la casa del noviciado, con un programa apropiado y sin hacer vida común con los novicios; o, extraordinariamente, en otra casa de la Congregación. Aquí es donde conocen la naturaleza de la vida religiosa y sacerdotal y la vida, el espíritu y el apostolado de la Congregación y del Regnum Christi.

— cf. Constituciones de la Congregación de los Legionarios de Cristo, n° 64.

Noviciado

En el noviciado los novicios buscan discernir, profundizar y madurar su vocación, forjar un amor personal y apasionado a Jesucristo, adquirir los hábitos específicos de la vida religiosa y asimilar afectiva y efectivamente el espíritu y la disciplina de la Congregación. De este modo se preparan para su consagración a Dios por medio de la profesión de los consejos evangélicos. El noviciado dura ordinariamente dos años. «Terminado el noviciado, si el novicio es considerado idóneo y lo pide libremente, es admitido a la profesión religiosa».

— cf. Constituciones de la Congregación de los Legionarios de Cristo, n° 71, 74.

Noviciados en el mundo

Noviciado de Monterrey
Noviciado de Cheshire
Noviciado de Rionegro
Noviciado de São Paulo
Noviciado de Europa

Humanidades

Después del noviciado «el legionario pasa a una etapa marcada por una dedicación más intensa al estudio. A esta tarea dedicará gran parte de su tiempo y energías, para adquirir bases sólidas de cultura general que enriquezcan su comprensión del mundo y del hombre al que va a servir como ministro de Cristo Jesús (Rom 15, 16)»¹. «Las humanidades se desarrollan en continuidad con el proceso que se vivió en el noviciado. Se trata de conocer el patrimonio de verdad, belleza y bien que nos ha sido legado como herencia y como respuesta a las principales preguntas existenciales del hombre»²

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 755, 767.

Filosofía

«Un momento esencial de la formación intelectual es el estudio de la filosofía, que lleva a un conocimiento y a una interpretación más profunda de la persona, de su libertad, de sus relaciones con el mundo y con Dios». Después del estudio de las artes y las letras, llega el momento de afrontar algunas de las mismas cuestiones desde un punto de vista lógico racional, que permita también preparar el camino para descubrir el misterio del hombre y de Dios a la luz de Cristo, a través del estudio de la teología. El estudio de la filosofía permite estimular el «amor a la verdad que debe buscarse, respetarse y demostrarse con todo rigor», y prestando «una atención especial a las relaciones entre la filosofía y los verdaderos problemas de la vida».

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 780, 781.

Prácticas Apostólicas

«Este periodo de formación constituye el equivalente a una ejercitación de toda la formación recibida hasta ahora, así como un tiempo de profundo enriquecimiento humano, en el que el religioso debe crecer en «el celo apostólico, la militancia, la responsabilidad, la autoconvicción y el trabajo en equipo» (CLC, 104)»¹. «El apostolado permite abrir aún más los ojos con realismo a la verdad integral de la misión e identidad personal y legionaria. El religioso joven ha de aprender a seguir un camino largo, hecho en lo humano de éxitos y fracasos —para Dios no hay fracaso cuando se ha sembrado amor—, que lo ayudará a madurar como hombre, religioso y apóstol, y a vivir con mayor hondura las virtudes teologales»².

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 796, 798.

Teología

«A través del estudio, sobre todo de la teología, el futuro sacerdote se adhiere a la palabra de Dios, crece en su vida espiritual y se dispone a realizar su ministerio pastoral»¹. «Antes que a nadie, toca al mismo religioso dar a la teología su verdadero sentido, sacando de su experiencia en el apostolado y de su futuro sacerdocio el deseo de «poseer una visión completa y unitaria de las verdades reveladas por Dios en Jesucristo y de la experiencia de fe de la Iglesia»². «El estudio de la Sagrada Escritura es el alma de la teología y debe inspirar todas las disciplinas teológicas. Se le ha de dar, por tanto, la debida importancia a la formación bíblica y se debe ofrecer la oportunidad de aprender o consolidar nociones de hebreo y griego bíblico»³.

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 851, 852, 855.

Diaconado

«La Iglesia quiere que quienes van a ser ordenados sacerdotes pasen primero por el diaconado, para enseñarles que la dimensión del servicio es esencial en el ministro ordenado. Por la imposición de las manos del obispo, el diácono es consagrado para «servir al pueblo de Dios en la “diaconía” de la liturgia, de la palabra y de la caridad». Realiza esta misión de servicio especialmente cuando en su vida personal, comunitaria y apostólica reza en nombre de la Iglesia la Liturgia de las horas, colabora con los sacerdotes en el servicio del altar y de la predicación, y ejerce la caridad en sus diversas manifestaciones»¹. «En este periodo como diácono, el legionario es introducido al ministerio pastoral y se prepara de modo conveniente para la ordenación sacerdotal, especialmente con espíritu orante, fundado en la relación personal con Cristo»².

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 838, 839.

Ordenación sacerdotal

«La vida y el ministerio del sacerdote son continuación de la vida y de la acción del mismo Cristo. Esta es nuestra identidad, nuestra verdadera dignidad, la fuente de nuestra alegría, la certeza de nuestra vida». El joven sacerdote experimenta su ordenación como la culminación de un largo proceso de formación personal. Llega el momento de poner en práctica lo mucho que ha aprendido y vivido, de ahondar en su inserción en el cuerpo de la Legión y de asumir mayores responsabilidades en su seno»¹. «El sacerdocio permite entrar con más profundidad en el corazón humano, sobre todo a través de la confesión y la dirección espiritual. Esta auténtica novedad propia de la experiencia sacerdotal conduce a nuevos retos y oportunidades para la formación integral del legionario»².

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 872, 873.

Formación permanente

«San Pablo exhortaba a Timoteo: No descuides el don que hay en ti (1Tim 4, 14; cf. 2Tim 1, 6). Es preciso volver una y otra vez al don recibido de Dios. En las palabras que se le dirigieron en la liturgia de ordenación: «Considera lo que realizas», tiene el sacerdote el medio privilegiado para no acostumbrarse nunca a la gracia que pasa constantemente por sus manos»¹. «Como apoyo para su identificación con Cristo, cada sacerdote ha de buscar también su modo de crecer en su formación intelectual de acuerdo con sus posibilidades e intereses: inscribirse a cursos organizados que prevén un ritmo de trabajo y ofrecen una titulación final, seguir cursos no presenciales, un programa de lecturas sobre temas que tocan el propio apostolado y su crecimiento integral»².

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 882, 885.

Renovación sacerdotal

«El sacerdote necesita en algunos momentos del camino una dedicación más intensa y medios adecuados para la propia renovación espiritual. Se trata de hacer una parada en la vida para dar prioridad a «estar con Dios en la oración, convivir con sus hermanos, crecer en su compromiso de almas consagradas y reponer fuerzas para la misión encomendada» (CLC 115). La renovación ha de ser una ayuda para descubrir y entender los naturales cambios humanos de la edad (psicológicos, fisiológicos, emocionales) y la obra de Dios en la propia vida. Tiene que ayudar al legionario a integrar la experiencia humana, espiritual y apostólica de los años vividos de sacerdocio de tal manera que propicie el proceso de madurez integral de su persona».

Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 891.

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