Monseñor Pedro Pablo Elizondo, L.C., obispo de Cancún-Chetumal (México), envío un mensaje claro a los neo sacerdotes legionarios: coraje, salida y misión. La ceremonia estuvo marcada por la emoción, la alegría y una mención especial a las familias de los nuevos sacerdotes: gracias por acompañar y apoyar a sus hijos. Crónica.
El 3 de mayo de 2025 es una fecha muy especial para los 23 nuevos sacerdotes legionarios y los miles de asistentes a las ordenaciones que se realizaron en la Basílica de San Pablo Extramuros, una imponente estructura, que es una de las cuatro basílicas papales de Roma (las otras tres basílicas mayores son San Pedro, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor.). Como las otras tres, se caracteriza por tener una puerta santa y un altar papal.

Allí, los ahora sacerdotes Fernando Bustos (México), Hans Candell (El Salvador), Fernando Castro (Colombia), Jurandir De Oliveira (Brasil), Jérome Dejoie (Francia), Jonathan Da Cruz (Brasil), Luis Ángel Espinosa (México), Giovani Espinoza (México), Peter Hemm (Alemania), John Kenny (Estados Unidos), Alfonso León (Colombia), Diego Lobo (Venezuela), Gregorio Mejia (México), Adrián Olvera (México), Camilo Palomino (Colombia), Jaime Plasencia (México), Carlos Ramírez (México), Leonardo Ramírez (Argentina), Mario Sandoval (México), Héctor Santos (México), Javier Villar (España), Valentin Schmidts (Alemania) y Adolfo Wissar (Venezuela), junto con sus familiares, amigos, superiores legionarios y miembros del Regnum Christi, con inmensa alegría espiritual y profunda gratitud en sus corazones, y en un momento histórico de la Iglesia Católica, como lo es este año Jubilar de la Esperanza, y a pocos días de conocer quier será el sucesor de San Pedro, iniciaron una jornada temprano y partícular: nada más y nada menos que su ordenación sacerdotal.

Ya a las 8 am, dos horas antes del inicio de la ceremonia, la Basílica estaba a medio llenar, puesto que nadie quería perderse ni un minuto de tan importante evento. Los nuevos sacerdotes expresaban con sus rostros, abrazos y saludos la emoción que los embargaba. ¡Y cómo no hacerlo! Han vivido más de 10 años de formación en teología, filosofía, humanidades, han realizado trabajo pastoral y aspostólico, y, tal vez lo más importante, han persistido en el llamado que Dios le hizo a cada uno, en su momento y a su manera, lo que significó renunciar a muchas cosas. Y a sus familias, soltar a un hijo amado, todo por Dios y la Iglesia.


En su homilia, Monseñor Pedro Pablo Elizondo, L.C., obispo de Cancún – Chetumal, agradeció a cada uno de los neo sacerdotes su entrega a Dios. «Gracias, hermanos, por sus años entregados al Señor. Gracias por su fidelidad al don de Dios. Gracias por su valentía y generosidad y gracias también a sus papás, a sus mamás, a sus hermanos y a sus familiares que los han apoyado en este largo camino en el que supieron creer, esperar y amar el don de Dios. Dios les recompensará con la abundancia de sus gracias». Además, les recordó un aspecto que es fundamental de todo cristiano: «La vocación nace en la oración, madura en la oración y produce frutos en la oración.»

Otro aspecto que destacó monseñor Pedro Pablo fue que «la iglesia necesita sacerdotes que sepan salir de sí mismos, de su zona de comodidad y de confort. Necesita sacerdotes, no instalados ni acomodados. Necesita sacerdotes que sepan crear, que sepan emprender, que sepan tener iniciativa, que sepan darlo todo por la misión con un celo avasallador por la salvación de las almas. El Papa Benedicto XVI, en los momentos de mayor prueba, en los momentos más duros y difíciles, nos dijo firme y contundentemente, zanjando dudas e inquietudes: allí hay un carisma y hay que salvar la nueva sociedad emergente.»
La Iglesia en plena renovación, necesita sacerdotes celosos y arraigados, valientes, no acomodados, ni sentados, que sepan emprender, tener actividad e iniciativa, que sepan darlo todo por la misión.
La ceremonia y los rituales (Presentación y elección del ordenado, alocución del obispo, interrogatorio del ordenando, letanías de los Santos, unción con el santo crisma, entrega de los Evangelios y entrega de patena y cáliz), se desarrollaron en medio del agradecimiento a Dios. Al final, los nuevos sacerdotes se unieron para una foto grupal. En ese momento, un sonoro aplauso de los asistentes se escuchó por toda la Basílica, clara manifestación de la emoción por el momento vivido.


Todo finalizó en medio de los abrazos con los familiares y amigos. La voluntad de Dios se ha cumplido.