50 años de sacerdocio: «Buscan a Cristo en nosotros y éste es el sacerdocio de todo sacerdote»
El pasado 26 de noviembre los obispos legionarios Brian Farrell y Fernando Vérgez, los padres legionarios Octavio Acevedo, Ángel Llorente, Thomas Moylan, Rosendo Silva y el padre Rodolfo Preciado festejaron sus cincuenta años de sacerdocio. Todos ellos fueron ordenados por el cardenal Ildebrando Antoniutti, entonces prefecto de la Sagrada Congregación de religiosos, el 26 de noviembre de 1969 en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y San Felipe Mártir en Roma. Fue una ordenación especial, siendo esa la primera con neosacerdotes procedentes de tres distintas nacionalidades (mexicana, española e irlandesa).
El entorno eclesial
Coincidió también con un período no tan fácil para la Iglesia de Roma. El Concilio Vaticano II había acabado 4 años atrás y se estaban implementando algunos cambios importantes. Fue significativo que, durante el Angelus del domingo del 12 de octubre de 1969 un grupo de sacerdotes organizó en la Plaza San Pedro una manifestación contra el Papa porque no les había admitido a ellos como representantes del Sínodo extraordinario de los obispos que había empezado el día antes.
Se acercaba además la entrada en vigor del nuevo Ordo Missae, fijada para el 30 de noviembre y también esa novedad provocaba alguna oposición. En las dos audiencias generales del 19 y del 26 de noviembre, el Santo Padre intervino para presentar el moderno ritual como voluntad del Concilio y de ayuda a la piedad cristiana.
La ordenación diaconal
Ese clima fue notado por Mons. Raffaele Pellecchia, obispo auxiliar de Castellamare y administrador apostólico de Sorrento, quien el 15 de septiembre había conferido la ordenación diaconal en Monticchio al grupo que se preparaba para el sacerdocio. El Obispo conocía a los legionarios de la comunidad de Roma que todos los años pasaban en la península sorrentina las vacaciones del verano y ya el 15 de agosto había conferido al mismo grupito la ordenación subdiaconal. Antes del Concilico Vaticano II existía la orden menor del subdiaconado y eran quienes se encargaban de leer la epístola durante la Misa, ayudar en el altar y purificar los vasos sagrados fuera del altar. Esa figura fue suprimida después del Cocilio.
Mons. Pellecchia empezó la homilía de la ordenación diaconal afirmando: «La Iglesia debe mantenerse en contacto con el mundo […]. Hay quien tiene miedo de perder algo, hay quien quiere lanzarse de cabeza a lo nuevo», y prosigue, vosotros, os presentáis precisamente a un mundo que espera ansiosamente ser evangelizado […]. ¡Aquí están nuestros jóvenes! Jóvenes que se entregan con plena conciencia de lo que hacen».
Una vez que volvieron a Roma, los neodiáconos continuaron con su formación. Se tuvo entonces el primer Capítulo en la historia de la Legión, pedido por el Concilio Vaticano II apenas concluído, en su comunicado final los Padres Capitulares habían subrayado la importancia de una adecuada preparación apostólica para afrontar el crecimiento de las distintas actividades y obras que se estaba dando. El 16 de octubre el padre superior de la casa, anunciaba que para el nuevo curso había algunas novedades como los círculos de estudio y los encuentros con Cristo, que el Manual del Regnum Christi de 1969 definía «reuniones específicas de equipo», propias del Regnum Christi. Así que se realizaron una serie de encuentros con Cristo que se hicieron, uno después del otro, más espontáneos y ágiles y que culminaron el 13 de noviembre en el primer Encuentro con Cristo ante toda la comunidad, animado por el padre Roberto González y por ocho neodiáconos. El 15 de noviembre aparecieron los grupos formados por nueve o diez legionarios cada uno y el 20 de noviembre, todos los integrantes de la comunidad vivieron por primera vez este medio de formación, ya con todos los elementos y características propias. Al mismo tiempo, el 20 de octubre llegó el Instructivo sobre la Liturgia emanado por el Capítulo y los diáconos tuvieron que prepararse aprendiendo a celebrar las dos misas. Su maestro fue el padre Juan Manuel Dueñas. El 30 de octubre salieron al Vicariato de Roma para presentar sus exámenes de órdenes.
La ordenación sacerdotal
Los días pasaban y, poco a poco, familiares, personas conocidas, padres y hermanos de otros sitios iban llegando a Roma para asistir a la ordenación sacerdotal: el 8 de octubre llegaron a Roma los primeros dos legionarios que mandaba el noviciado de los Estados Unidos, en noviembre un grupo de apostólicos de Ontaneda y 15 novicios y juniores (estudiantes de Humanidades clásicas) de Salamanca.
A todos ellos, se juntaron también dos de los jóvenes de Madrid que en1968 se habían incorporados al Regnum Christi.
Finalmente, a las 8 de la mañana del 26 de noviembre la ceremonia empezó. En la homilía, el cardenal Antoniutti perfiló el significado del acto y en la sacristía fue el primero en besar las manos recién ungidas.
Después de la ceremonia, el Cardenal compartió una noticia. Traía consigo un decreto de la Sagrada Congregación de Religiosos fechado «Roma, 24 de noviembre» y firmado por él mismo y por el secretario, Mons. Edward Louis Heston, CSC, con el cual el Dicasterio aprobaba varias peticiones que había hecho el Capítulo. Sobre todo, se establecía que a partir de aquel momento el título definitivo de la Congregación sería «Legionarios de Cristo»: «Este Sagrado Dicasterio tiene el agrado de comunicarle cuanto sigue: Se aprueba que el título de la Congregación sea únicamente “Congregación de los Legionarios de Cristo”», dice el texto del documento.
Como era miércoles, los neosacerdotes y sus familiares fueron enseguida a la Audiencia del Papa. Al señalar esa participación, el Beato Pablo VI dirigió a los padres un augurio y a los padres de familia el agradecimiento de la Iglesia.
«Esta joven Congregación ofrece a la Iglesia 12 nuevos sacerdotes ¿Cómo no conmovernos y aplaudir con todo nuestro corazón a estos hermanos y colaboradores? Ellos están acompañados por sus familias a quienes también decimos «gracias» por haber ofrecido a sus hijos en el servicio de Cristo y de la Iglesia», decía el Papa.
Por la tarde hubo otra concelebración eucarística en la que participaron los 30 sacerdotes legionarios presentes en Roma. En la misma, emitieron su profesión perpetua algunos hermanos. En esa misa se cantó por primera vez un «Himno Legionario», compuesto por dos artistas españoles: el poeta, humanista y catedrático de la Real Academia Española José María Pemán y el maestro compositor Ernesto Halfter. Antes del canto, el director del coro, explicó al auditorio la historia del himno. Ya en 1966 se había pedido una poesía a Pemán, a la que luego se preveía poner música.
En los días siguientes, los neosacerdotes celebraron sus primeras misas el 27 de noviembre en la Basílica de San Pedro en el altar de la Virgen del perpetuo Socorro, en el Altar de la Confesión y en el altar al lado de la tumba de Pío XII y el 29 de noviembre en las Catacumbas de S. Calisto.
En abril de 1970 se publicaron unas entrevistas realizadas a los neosacerdotes en un número especial de ECOS, la entonces revista del Centro de Roma. Cada uno contó algo de sí mismo y de su vocación.
La redacción de este artículo fue gracias a la colaboración del Archivo Histórico General de los Legionarios de Cristo.