I Reunión plenaria del Regnum Christi

Roma, 7 de junio de 2015
Solemnidad del Corpus Christi

A los miembros del Regnum Christi

Muy estimados en Jesucristo:

En muchos países celebramos el día de hoy la Solemnidad del Corpus Christi. La procesión con la Eucaristía que se suele hacer después de la misa nos recuerda que el Señor ha querido quedarse para caminar con nosotros y visitar las realidades concretas en donde se realizan nuestras vidas. Esta experiencia de Jesús que nos acompaña por el camino, como a los discípulos de Emaús, es algo que hemos podido palpar en la primera Reunión plenaria general
del Movimiento Regnum Christi que tuvo lugar del 4 al 6 de junio en Roma. Les escribo para compartirles algunas de las reflexiones que hemos hecho en estos días de oración, diálogo y trabajo intensos.

En la Reunión plenaria participaron los directores generales de las ramas consagradas con sus respectivos consejos, los administradores generales, el secretario general, el responsable de la oficina de comunicación y cinco miembros de primero y segundo grado, invitados por el director general: Francisco Gámez, Carmen Fernández, David Huerta, Iliano Piccolo y Mike Williams. La presencia y las aportaciones de miembros pertenecientes a las distintas  vocaciones que conforman el Movimiento nos ha enriquecido y dado una mayor amplitud de horizontes.

El tema escogido para esta primera Reunión plenaria ha sido «la renovación espiritual de la Legión y el Regnum Christi en la etapa actual». Se ha buscado como objetivo la alineación en la comprensión de lo que entendemos por la renovación espiritual y en el modo de promoverla.

Consideramos que la renovación espiritual es un crecimiento de la persona que se da como respuesta a la gracia de Dios, en el encuentro personal con Cristo y la fidelidad al propio carisma;

— implica re-centrar continuamente la vida en Cristo y una mejor comprensión, interiorización y vivencia de la progresiva configuración con Cristo;
— involucra tanto la dimensión ascética como mística de la vida espiritual;
— reaviva el fervor en la dimensión contemplativa y en el celo apostólico;
— genera unidad de vida en la persona, construye la propia comunidad y familia y fomenta la comunión en todo el Movimiento;
— es fuente de alegría, sencillez y paz al renovar el amor primero.

Mons. José Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, presidió la concelebración eucarística inicial y nos dio una conferencia introductoria sobre la situación actual de la vida consagrada en la Iglesia. Nos invitó a convertirnos en personas espirituales
como san Pablo, a dejarnos conducir y guiar por el Espíritu Santo, a adoptar una actitud de discernimiento personal y comunitario habitual, a la luz del evangelio, del propio carisma y de los signos de los tiempos. Próximamente enviaremos la grabación de este encuentro para que puedan escucharlo y reflexionar en su contenido en las comunidades y en las secciones del Movimiento.

A continuación, imitando al Papa Francisco que en su carta para el año de la vida consagrada ha retomado la invitación de san Juan Pablo II a «mirar el pasado con gratitud», reflexionamos cómo ha actuado Dios en la vida espiritual de los miembros del Regnum Christi.

Alabamos y agradecemos a Dios porque a través del Movimiento ha suscitado un grupo de apóstoles en la Iglesia, pertenecientes a diversos estados de vida, que se caracteriza por la experiencia personal de Cristo, la vivencia de la caridad evangélica y la entrega apasionada a la misión apostólica.

Hemos considerado el momento presente en la vida espiritual de los miembros del Regnum Christi, y descubierto que se trata de un don en el que encontramos luces y sombras que nos interpelan y que son medios por los que Dios nos habla hoy. Analizamos cuáles eran las principales luces en la vida espiritual de los miembros para
agradecerles y corresponder mejor a la gracia de Dios, así como las principales sombras, sus manifestaciones y sus causas para pedir a Dios su ayuda y poner los medios que puedan ayudar a que las alcance la luz de Cristo.

Percibimos que el Espíritu Santo nos va guiando a una unión mayor con Cristo. Vemos la necesidad de insistir en el aprecio por la vida espiritual y lo que la nutre, como fuente de donde brota el apostolado. Igualmente vemos la necesidad de acompañar cada vez mejor a los miembros en su seguimiento de Cristo, tanto en las fases iniciales como en las más adelantadas de la vida espiritual.

Invitamos a todos los miembros del Movimiento a lograr la unidad de vida, que se caracteriza por una mayor integración entre interioridad y actividad, entre la fe que profesamos y los hechos concretos que hacen que se encarne y se convierta en caridad, entre la acción de la gracia y nuestra respuesta generosa.

Reflexionamos también en la responsabilidad y la aportación específica de cada rama respecto al resto del cuerpo y las expectativas que tenemos unos de otros en el campo de la renovación espiritual. De los laicos consagrados esperamos que sigan aportando la perspectiva de la santidad laical, la alegría y entusiasmo en la vivencia de su vocación, y que sigan buscando ser puente de comunión entre todas las ramas. De las consagradas, esperamos que sean madres y hermanas, que con misericordia y paciencia nos acojan y ayuden a crecer, que sigan creciendo en su celo apostólico. De los legionarios esperamos que sean hombres de Dios, conocedores de la vida espiritual según la rica tradición de la Iglesia y predicadores de la Palabra de Dios; igualmente se nos pide que seamos testigos fieles de la identidad sacerdotal que tiene un corazón misericordioso como el de Cristo. De los seglares de primer y segundo grado esperamos que hagan presente el Evangelio en medio de las realidades temporales viviendo con autenticidad su vida cristiana y un aún mayor protagonismo en el apostolado; y que sean ellos también generadores de espiritualidad, especialmente en el ámbito familiar.

Uno de los frutos de esta Reunión plenaria ha sido experimentar una comunión espiritual en la diversidad y en la complementariedad de unos con otros unidos en torno al carisma del Regnum Christi. Por ello, nuestra unión es profunda y nos viene dada como un don de Dios que debemos secundar cultivando el diálogo, la confianza y la apertura al Espíritu Santo. Sabemos que a pesar de las dificultades prácticas que se dan en la vida concreta, será muy fecundo continuar el esfuerzo por vivir y trabajar en comunión, tanto en el Movimiento como en la Iglesia, como pide Cristo en el Evangelio.

El P. Gianfranco Ghirlanda, S.J. asistente pontificio, nos acompañó en la sesión en la que los miembros del Comité Directivo general expusimos algunos informes. Me tocó a mí, como director general, presentar un informe sobre el trabajo del Comité Directivo general, a 15 meses de su constitución; Jorge López, responsable del área de centros educativos, presentó un informe sobre la situación de los colegios y las universidades, abriendo un espacio para reflexionar en los enormes desafíos que se nos plantean en este campo para continuar aspirando a la excelencia educativa y, al mismo tiempo, que estas instituciones sean lugares de irradiación cristiana y evangelización; Viviana Limón presentó un informe sobre la pastoral juvenil y familiar, insistiendo en la necesidad de transformar a toda la familia; el P. Sylvester Heereman habló sobre el trabajo realizado hasta ahora por la comisión para la revisión del Estatuto.

Iliano Piccolo explicó la situación en la que se encuentra el proceso de los miembros del segundo grado y tercer matiz. Hubo tiempo para reflexiones y preguntas respecto a los informes por parte de los participantes en la Reunión plenaria.

Terminamos la Reunión plenaria rezando el Rosario en la gruta de la Santísima Virgen para pedirle a Ella que nos ayude, desde el Comité general y desde los gobiernos de las ramas, a poner en práctica las reflexiones de estos días.

Agradecemos a todos los miembros del Movimiento Regnum Christi que durante estos días nos han sostenido con su oración. Les deseamos que el Señor eucarístico suscite en sus corazones el deseo de decirle como los discípulos de Emaús: «Quédate con nosotros, Señor…»

Asegurándoles un recuerdo en mis oraciones ante el Señor me despido de ustedes, afectísimo en Cristo,

P. Eduardo Robles-Gil, L.C.