El Jubileo por el 75 Aniversario

¡Venga Tu Reino!

Roma, 28 de mayo de 2015

A los miembros del Regnum Christi

Muy estimados en Jesucristo:

Dentro de unos días, en la Solemnidad del Sagrado Corazón, vamos a iniciar un tiempo especial de gracia para agradecer a Dios los 75 años de vida como familia espiritual. Pido a Dios que este jubileo, que anuncié en mi carta del 12 de marzo pasado, sea para todos nosotros un tiempo para crecer en la comunión como hermanos e hijos de un mismo Padre, para pedir al Señor de la historia que nos ayude a ser instrumentos dóciles, y para abrir nuestros corazones a lo que el Espíritu Santo nos quiera decir.

El 3 de enero de 1941 se fundó la primera escuela apostólica de la Legión de Cristo, entonces como extensión del seminario de Cuernavaca. Con ese acto, aparentemente insignificante, arrancó la sucesión de eventos por los que el Regnum Christi fue tomando forma gradualmente, para llegar a ser hoy un miembro vivo en el cuerpo de la Iglesia. Ahí inició nuestra historia. En ella percibimos el amor providente y misterioso de Dios, por un lado, y nuestros límites y pecados, por otro. En este contraste de luces y sombras, de alegrías y tristezas, brilla con especial esplendor la misericordia de nuestro Señor que se goza de elegir lo pequeño, lo insignificante del mundo para realizar su plan de salvación.

He decidido iniciar este jubileo en la solemnidad del Sagrado Corazón, tan entrañable para nosotros, para dar un sentido especial de agradecimiento a Dios nuestro Señor, de reparación por nuestras faltas y pecados, y de caridad hacia los demás, traducida, sobre todo, en comunión y en el ejercicio de las obras de misericordia. Quisiera que todos los miembros del Regnum Christi -laicos, consagradas, laicos consagrados, sacerdotes diocesanos y legionarios de Cristo- podamos celebrar juntos la fidelidad de Dios en estos 75 años y la solicitud maternal de la Iglesia para con nosotros. Esta celebración será más auténtica en la medida en que busquemos, desde la oración y la intimidad con Cristo, profundizar más en este don que nos ha dado para la Iglesia y procuremos vivirlo con una fidelidad creciente.

Creo que para todos nosotros ha sido una gratísima sorpresa que, justo un día después del anuncio del jubileo por nuestro 75° aniversario, el Santo Padre haya anunciado su intención de convocar un año jubilar dedicado a la misericordia. Una buena parte de nuestro año jubilar se inserta en este tiempo de gracia para la Iglesia entera. Los invito a que busquemos prepararnos y coprometernos en primera persona para hacer realidad lo que el Papa Francisco expresa en la bula Misericordiae Vultus: «¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros» (n.5).

El Papa Francisco vincula la misión de anunciar el Reino con la vivencia concreta de la misericordia. Ahora que iniciamos nuestro año jubilar, invito a todos a pedir un corazón magnánimo, lleno de la misericordia y pronto para la misión. Pidamos ser mensajeros creíbles de la misericordia, de la que el Regnum Christi ha sido objeto de manera tan especial. Como les decía el pasado 12 de marzo, busquemos todos participar «en misiones de evangelización, catequesis en parroquias o en colegios, o en otro apostolado», incluido el apostolado de la oración. El Santo Padre nos pide salir de nosotros mismos y de nuestra comodidad, ofreciendo a los demás el «bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios». Que seamos un movimiento evangelizador, un movimiento de salida, que se deja penetrar de la caridad de Cristo hacia la humanidad, que a veces anda como oveja sin pastor. Que cumplamos con el mandato evangelizador de Jesucristo: «¡Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio!» (Mc 16,15).

En mi carta de convocatoria, anuncié que el jubileo del Regnum Christi concluiría en la solemnidad de Pentecostés de 2016 pero, ya que el Papa ha convocado un año jubilar de la misericordia, «corazón palpitante del Evangelio» (Misericordiae Vultus n.12), me pareció conveniente cambiar la fecha de cierre de nuestro año jubilar a la Solemnidad del Sagrado Corazón de 2016, para así subrayar la gran importancia que la misericordia de Dios ha tenido en nuestra propia historia familiar y para que sea más evidente que Jesucristo es el centro de nuestra vida, de nuestras aspiraciones y deseos; y también que su Reino es el ideal que inspira todo nuestro apostolado.

Les envío también una novena de preparación a la solemnidad del Sagrado Corazón de este año. Ojalá que su rezo en familia, en las comunidades y secciones, nos ayude a disponernos para recibir la gracia y la misericordia de Dios en nuestros corazones durante este año.

Asegurándoles un recuerdo en mis oraciones,

P. Eduardo Robles-Gil, LC


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