«El primer desafío es la formación humana y cristiana»: padre Matthieu Boo d’Arc, L.C.

El Padre Matthieu Boo d’Arc, LC, fue nombrado nuevo rector del Centro Vocacional (Apostólico) de Curitiba. Reemplaza al Padre Sérgio Espinosa, L.C., quien fue enviado a misión a México.

La Oficina de Comunicaciones del Territorio de Brasil ha entrevistado al padre Matthieu, para conocer más sobre su labor misional en Brasil y especialmente sobre la formación humana y cristiana de los niños y adolescentes.  Reproducimos la entrevista (puede leer la versión original en portugués):

El Padre Matthieu Boo d’Arc, L.C., comenzó su vida en la Legión de Cristo en el seminario menor de Méry sur Marne, Francia, en 2004. Después de pasar por el seminario diocesano de Ars, entró en el noviciado de los Legionarios de Cristo en Italia, a los 17 años. Hizo sus votos perpetuos en 2019 y fue ordenado sacerdote en 2022, en Roma. Entre 2015 y 2018 trabajó como educador en dos colegios Regnum Christi en México y colaboró ​​con el ECYD y la pastoral de adultos del Regnum Christi. Desde 2021 está en misión en Curitiba, Brasil, donde fue nombrado rector del seminario menor, después de tres años como formador de estudiantes de secundaria.

1- ¿Puede describir brevemente qué es el Centro Vocacional?

El Centro Vocacional Maria Mãe Imaculada, fundado en 1992 en Curitiba, es un internado donde acogemos a adolescentes desde los 13 años hasta el final de la escuela secundaria que quieran discernir una posible vocación al sacerdocio.

Actualmente tenemos 25 estudiantes tomando este camino. Viven aquí en el seminario menor, estudian aquí y en el Everest College del Regnum Christi y son acompañados por tres sacerdotes formadores en su vida diaria. Al llegar al final del bachillerato, quienes lo deseen y aprueben podrán ingresar al noviciado de la Legión de Cristo u otro seminario. El resto continúa sus estudios donde Dios los llama. Cada año, más o menos, tres jóvenes de Apostólica van al Noviciado de los Legionarios de Cristo.

2- Hoy escuchamos hablar de “Centro Vocacional”, “escuela apostólica”, “seminario menor”, ​​¿son todos lo mismo?

Y si. Podemos utilizar los tres términos. “Seminario menor” es más fácil de entender. “Escuela Apostólica” es un nombre tradicional de las congregaciones religiosas para indicar nuestra realidad, es decir, de adolescentes que se preparan para luego ingresar a la vida religiosa y, por supuesto, también se puede utilizar “Centro Vocacional”, como es el nombre oficial actualmente.

3- ¿Cuál es su misión como rector del Centro Vocacional?

El rector de un seminario menor (o centro vocacional) es responsable de todo, aunque sea indirectamente. Admite estudiantes, interactúa con las familias, se encarga de la formación y discernimiento de los estudiantes, supervisa el desempeño escolar, asegura cuidados básicos, como la alimentación, por ejemplo. Gracias a Dios, para esto puedo contar con un equipo de legionarios (tres sacerdotes) y laicos, maestros y personal que trabajan muy bien en la misión misma.

4- ¿Cuál es el horario típico de un rector de seminario?

Varía mucho según el día y la realidad del seminario. La base es la misma: levantarse temprano para orar, celebrar Misa y, frecuentemente, guiar a los estudiantes en oración. Luego viene un tiempo de trabajo muy variado: reuniones con formadores, clases de religión o latín, contacto con benefactores, gestión de la casa, etc. Después del almuerzo con los alumnos, se realizan actividades formativas o administrativas, preparación para apostolados o formación de los chicos. Todo ello se alterna periódicamente con momentos de oración de la liturgia de las horas en particular, el rosario y, en ocasiones, momentos de deporte o descanso. Después de la cena, si el día fue fructífero, puedes dedicarte a la oración y al recogimiento. Si no es así, y sucede mucho, tienes otras dos horas de trabajo antes de la oración para terminar lo que queda.

5- ¿Puede un niño de 13 o 14 años conocer ya su vocación para el resto de su vida?

No le pedimos a un adolescente que decida sobre toda su vida. Ciertamente, Dios llama desde una edad temprana, ¡muchas veces antes de los 10 años! Aquí llegan niños de 9 o 10 años que quieren ser sacerdotes y ¡lo tienen muy claro! Evidentemente esta decisión se toma con la madurez de un niño o adolescente, y no esperamos nada más de él. El seminario menor es para discernir y preparar para el ingreso al noviciado o al seminario mayor. Los pasos definitivos vendrán más tarde, después de largos años de formación y oración.

6- ¿Cuál es el principal desafío que enfrenta hoy en Brasil en la educación de verdaderos adolescentes cristianos?

La pregunta es muy buena: ¡los adolescentes que vienen aquí al seminario no son mejores ni diferentes del resto! El primer desafío es su formación humana y cristiana, antes de poder pensar en una vocación. Hoy, especialmente, la gran dificultad con la que nos encontramos es la falta de formación de la voluntad: los adolescentes muchas veces han sido educados con poca exigencia, pensando que lo ideal es hacer lo que se quiere. Y, lamentablemente, los padres suelen ser los responsables de esto. El muchacho llega al seminario con una voluntad “mal formada”, poca capacidad de esfuerzo y se desanima fácilmente ante la primera dificultad. Una de las mayores alegrías de un entrenador es cuando conseguimos que el niño disfrute de recompensas difíciles, de logros que requieren esfuerzo para ser alcanzados. Esta es una gran base para una vida santa y plena.

7- ¿Cuál es la importancia de los seminarios menores? ¿No debería la formación profesional centrarse en los jóvenes mayores y más maduros?

Es cierto que debemos ofrecer a los jóvenes mayores el camino vocacional. Una convicción que tengo, sin embargo, es que hoy, en el mundo occidental, los seminarios menores son más necesarios que antes, cuando abundaban. La sociedad es tan agresiva, la pornografía y las drogas están al alcance, las ideologías en las escuelas desde la infancia… Todo esto destruye muy rápidamente a un niño que quizás siente una llamada de Dios. De hecho, destruye a cualquier niño. Los sacerdotes que también trabajan con adultos jóvenes ven llegar a jóvenes muy destruidos, psicológica y emocionalmente heridos. Ante esto, ya no se puede vivir sanamente una vocación consagrada y comunitaria. Si no ofrecemos a los padres y a la Iglesia un ambiente sano, cristiano y libre de ideologías, para que los adolescentes se conviertan en jóvenes felices, plenos, maduros, en busca de la santidad, tal vez más tarde sea demasiado tarde.

Por supuesto, es importante resaltar que el modelo de seminario menor hoy ya no es el mismo que hace 20 o 50 años. En la Legión logramos desarrollar un nuevo modelo que valora el equilibrio entre la vida familiar y el internado, con el estudio y la oración, la formación y la libertad.

8- Cada año, el Centro Vocacional envía dos o tres jóvenes al noviciado. ¿Vale la pena invertir tantos sacerdotes y tanto dinero por un resultado tan pequeño?

En nuestro seminario menor participan actualmente cuatro sacerdotes, tres formadores y un promotor vocacional, con unos 25 estudiantes. Si cada año enviamos dos o tres jóvenes al seminario mayor, esto significa que, dentro de 20 años, más de 50 jóvenes entrarán en el noviciado. Compensa ampliamente a los sacerdotes investidos. En cuanto al aspecto económico, estoy de acuerdo en que hay una inversión. ¿Pero cuánto vale un sacerdote? Invertimos en el futuro de la Iglesia, en la salvación de las almas, en vuestro futuro confesor, en el sacerdote que bautizará a vuestros hijos. Y eso no tiene precio.

9- ¿Qué recomendarías a los padres que escuchan a sus hijos decir que “quieren ser sacerdotes”?

Primero, necesitas tener fe. El niño no nos pertenece, es Dios quien nos lo confía para llevarlo a la felicidad y al cielo. ¿Quiénes somos nosotros para poner condiciones al plan de Dios? Entonces, hay que saber que la llamada es muchas veces una intuición escondida y confusa, que debe ir acompañada de mucha oración y cariño, sin presiones. Los padres que pueden ayudar a sus hijos a crecer en su vida cristiana y de oración ya les están ayudando a discernir su vocación. Finalmente, es importante que busques un sacerdote, una persona religiosa, una persona que pueda guiar a tu hijo en el camino de descubrir su vocación.