Prácticas Apostólicas
«Este periodo de formación constituye el equivalente a una ejercitación de toda la formación recibida hasta ahora, así como un tiempo de profundo enriquecimiento humano, en el que el religioso debe crecer en «el celo apostólico, la militancia, la responsabilidad, la autoconvicción y el trabajo en equipo» (CLC, 104)»¹. «El apostolado permite abrir aún más los ojos con realismo a la verdad integral de la misión e identidad personal y legionaria. El religioso joven ha de aprender a seguir un camino largo, hecho en lo humano de éxitos y fracasos —para Dios no hay fracaso cuando se ha sembrado amor—, que lo ayudará a madurar como hombre, religioso y apóstol, y a vivir con mayor hondura las virtudes teologales»².
— Ratio Institutionis «Christus Vita Vestra», n° 796, 798.