El portal católico aleteia.org publicó recientemente un artículo del P. José Enrique Oyarzún, LC, actual rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (APRA), que reproducimos a continuación.
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El tiempo de Pascua nos dirige al corazón del misterio cristiano: Cristo resucitado de entre los muertos. Es el centro de la buena noticia que los discípulos del crucificado-resucitado estamos llamados a llevar a todo el mundo porque, precisamente, “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana es también vuestra fe” (1 Cor 15,14).
Es un momento oportuno para hablar de la misión de una institución académica pontificia que está estrechamente relacionada con la misión evangelizadora de la Iglesia. Se trata de un vínculo que el Papa Francisco ha destacado en diversas ocasiones, especialmente en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y en el prefacio de la constitución apostólica Veritatis Gaudium sobre las universidades y facultades eclesiásticas.
En efecto, las universidades eclesiásticas son un lugar privilegiado para conocer de forma articulada los fundamentos de la propia fe, para dialogar con las culturas, con “otras ciencias y experiencias humanas” y para “…pensar cómo hacer llegar la propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y de destinatarios” (cf. EG, 133-134).
En este sentido, el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (APRA) hace suya esta tarea formando apóstoles -líderes y profesionales cristianos- que colaboren en la misión evangelizadora de la Iglesia, así como promoviendo corrientes de pensamiento que ayuden a impregnar la cultura de espíritu cristiano.
Dicho esto, surge casi espontánea la siguiente pregunta: ¿qué formación ofrecer a los evangelizadores del siglo XXI? La respuesta es compleja, en un contexto de “cambio de época”, según la conocida expresión del Papa Francisco. Como APRA, tratamos de responder con una oferta formativa madurada al interno de un pensamiento que brota de la armonía entre la fe y la razón, aunada a un proceso de continua actualización.
Por ello, buscamos que esté fuertemente enraizada en la identidad católica, conciliando la referencia a los fundamentos de la fe, la seriedad y el rigor científico y la apertura al diálogo con la cultura y las necesidades del hombre del propio tiempo.
Todo ello se plasma en planes de estudio diversificados que tratan que los alumnos, además de adquirir conocimientos en un área específica del saber, consigan las competencias transversales necesarias para contribuir a la sociedad en la época en que nos toca vivir.
En este sentido, la formación que ofrece el Ateneo quiere ir más allá de la educación profesional: busca una formación integral. Como dice nuestro ideario, consideramos que “la vida intelectual se enmarca en un escenario más amplio de la vida del hombre que se cuestiona a sí mismo, se relaciona con los demás y busca a Dios.
Por lo tanto, en el contexto de la especificidad académica, el APRA tiene como objetivo ayudar a los estudiantes a crecer en todas sus facultades, buscando el desarrollo armónico de la persona en sus diferentes dimensiones y contribuyendo así al logro de una adecuada unidad de vida” (Ideario, 16).
Queremos, además, que nuestro modus operandi se distinga por la vocación evangelizadora. Es un rasgo que está muy en línea con el llamado del Papa a ser una “Iglesia en salida” que quiere “llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (cf. EG, 20). Es una característica que impregna el currículo básico de cada programa, pero que también va acompañada por una serie de asignaturas y actividades para profundizar y ampliar el horizonte evangelizador del estudiante.
Por ello, se imparten cursos de dirección espiritual; de pastoral de la confesión; de pastoral familiar; de predicación sagrada; de predicación de ejercicios espirituales; cursos de actualización destinados a aprender a leer el magisterio pontificio y los grandes retos culturales de nuestro tiempo para idear estrategias de evangelización.
En definitiva, se trata de actividades teórico-prácticas que ayudan a desarrollar algunas de las actitudes y de las habilidades necesarias para contribuir concretamente en tareas de evangelización, entre las que ocupan un lugar especial las relacionadas con la formación y la evangelización de la cultura.
En esta tarea es muy importante el cuerpo docente de las Facultades e Institutos. Además de la especialización en sus áreas de conocimiento, se busca que adquieran las competencias pedagógico-didácticas que sirvan no sólo a transmitir eficazmente sus conocimientos a sus alumnos, sino también a ayudarles a crecercomopersonas y como cristianos. Una riqueza particular del actual cuerpo docente es su proveniencia internacional que representa la catolicidad, al tiempo que facilita el diálogo, la acogida y la apertura a diversas culturas.
La misión se concreta en el compromiso y el esfuerzo diario por fomentar una Comunidad Académica, interesados en compartir entre profesores y alumnos, para evangelizar el presente y el futuro.
25 años de historia, 3 Facultades, 4 Institutos, más de 1.000 estudiantes en el 2019-2020, mas de 13.000 Alumni, dan testimonio de la fe y el deseo de innovación.