¿Puedo ser Legionario?

La vocación sacerdotal en la Legión de Cristo

¿Te has preguntado si Dios te está llamando a formar parte de esta familia espiritual?

1) ¿Qué es esencialmente una vocación a la vida consagrada o sacerdotal?

La vocación es esencialmente un llamado de Dios. Cristo, por amor, ha elegido a algunos hombres y mujeres –como lo hizo con los apóstoles- y les invita a que le acompañen de cerca compartiendo con Él su mismo estilo de vida, y colaboren estrechamente con Él en su misión redentora.

2) ¿Qué es lo que impulsa a un joven a dejarlo todo para ingresar en la Legión de Cristo?

Si la vocación es un llamado de Dios movido sólo por el amor; sólo el amor, un amor grande y sincero a Jesucristo, puede impulsar a un joven a responderle un “sí” decidido, valiente y total, dejarlo todo, e ingresar en una congregación religiosa –como es la de los Legionarios de Cristo- para consagrar a Cristo su vida y ser Su sacerdote para siempre.

3) ¿Cómo puede saber un joven si Cristo le llama al sacerdocio en la Legión?

El discernimiento vocacional se realiza ordinariamente en el marco de la oración y de la escucha atenta a la voz del Espíritu Santo en la propia conciencia; de la vida sacramental frecuente; de la entrega al apostolado o al servicio de los demás y de la sincera apertura y disponibilidad interior al querer de Dios sobre la propia vida. Dado que también en el ámbito espiritual, como dice el refrán, “nadie es buen médico de sí mismo”; es de gran ayuda la guía de un confesor o director espiritual competente.

Si un joven experimenta en su conciencia que podría ser que Dios le estuviera llamando a ser sacerdote legionario de Cristo, podría seguir el consejo de Cristo a sus primeros discípulos: “Venid y ved”, y buscar en su zona o la zona más cercana el modo de acercarse a conocer la congregación o a algún sacerdote legionario, participar en retiros y actividades vocacionales organizadas por los legionarios, o acudir a un candidatado de la Legión, que es un período de serio discernimiento vocacional previo a un posible ingreso al noviciado legionario.

4) ¿No sería mejor ingresar en el seminario diocesano?

Lo mejor es siempre lo que Dios quiera de aquel a quien llama. Su invitación es siempre específica: ser sacerdote diocesano es una vocación concreta; ser sacerdote legionario de Cristo es otra.

Los sacerdotes diocesanos dependen directamente de su obispo, a quien prometen obediencia, y se dedican a las tareas pastorales que el obispo les confía dentro de la diócesis.

Los legionarios son sacerdotes religiosos, forman parte de una congregación religiosa. Como todos los religiosos en la Iglesia, se consagran a Dios por la profesión de los consejos evangélicos: los votos de pobreza, castidad y obediencia. Los legionarios viven en comunidad y rigen su vida por las Constituciones de la Legión, aprobadas por la Santa Sede.

Por ser una congregación religiosa de derecho pontificio, y de acuerdo a sus Constituciones, su apostolado está llamado a extenderse, en bien de la Iglesia, a todos los países del mundo.

5) ¿Cuáles son las etapas de formación de un legionario?

El candidatado consiste en tres meses de introducción, discernimiento y transición hacia el nuevo estilo de vida. Una vez que el candidato ha solicitado su admisión, realiza el noviciado por dos años al final del cual se emite la primera profesión religiosa.

Las demás etapas de la formación pueden variar ligeramente según la edad, la preparación previa y los intereses, dotes y necesidades personales de cada legionario. Normalmente, después del noviciado, el legionario pasa por uno o dos años de estudio de las humanidades clásicas, cultura general, música y lenguas modernas, y después emprende el estudio de la filosofía.

Concluido el segundo año de filosofía los religiosos en formación dedican unos tres años a prácticas apostólicas, interrumpiendo los estudios. Así, a la vez que se ejercitan en el trabajo apostólico, se enriquecen con el contacto y conocimiento directo de la realidad en que viven los hombres. Regresan después a un centro de estudios superiores de la Legión donde concluyen los estudios filosóficos y realizan los de teología. Después de 10-14 años de formación reciben la ordenación sacerdotal.

6) ¿Por qué los legionarios estudian y se preparan durante tanto tiempo antes de su ordenación sacerdotal?

Si de lo que se trata es de formar al hombre que Dios ha escogido para el sacerdocio en todos los aspectos y de seguirlo en su madurez evolutiva para que llegue a ser un sacerdote según el corazón de Dios, entonces no podemos pretender saltar o quemar las etapas de su evolución

7) ¿Cuál es la relación de un legionario con su propia familia?

Los legionarios aman a los suyos, y mucho. Se escriben, se envían mensajes de correo electrónico, se hablan por teléfono, si es posible se visitan, se ayudan a ser fieles al plan de Dios para cada uno, se encomiendan en sus oraciones… Esto no quita que la llamada de Dios y la vocación a la vida religiosa implican un desprendimiento de la propia familia, una exigencia seria en la formación y en el ministerio pastoral y también una cierta separación geográfica que puede ser dolorosa, sobre todo al inicio.

Esto no ha cambiado desde que Jesús llamó a los apóstoles pero junto con el sacrificio, que Dios pide, también da las gracias necesarias y siempre bendice la generosidad. No son pocas las familias que experimentan a su hijo o a su hermano sacerdote particularmente cercano y como un gran regalo de Dios. 

8) ¿Qué medios pueden poner los padres de familia para cultivar la posible semilla de una vocación sacerdotal o consagrada entre sus hijos?

La vocación, al ser un llamado de Dios, no es algo que se suscita “desde casa”, mucho menos algo que pueden imponer los papás… ni tampoco frenar. Pero el llamado de Dios a un alma, como es eterno, es una semilla ya sembrada por Él y oculta en el corazón de los hijos que algún día –más pronto o más tarde- se descubrirán invitados por Dios a esta misión. ¿Qué pueden hacer los padres de familia cristianos para cuidar y facilitar que algún día germine la semilla de una posible vocación en su casa? Simplemente vivir un hogar auténticamente cristiano. Enseñar a rezar a sus hijos. Educarlos en la fe y en el amor a Dios,  y vivir en familia la práctica sacramental, especialmente la misa dominical y la confesión frecuente. Dar testimonio de amor en el matrimonio, en la familia. Formar a los hijos en la virtud de la caridad y la generosidad hacia el prójimo, con la palabra y el ejemplo, haciéndolos capaces de entregarse a los demás. Enseñar a sus hijos a vivir con convicción la moral cristiana, de modo que mantengan abierta su conciencia a la voz de Dios, y experimenten en su vida que no hay verdadera felicidad fuera del querer de Dios. Y encomendar, con generosidad y confianza, a la Santísima Virgen el futuro de cada uno de sus hijos. Si algún día un hijo o una hija llega por fin a decirles: “Quiero consagrar mi vida a Dios”, tocará a los papás apoyar y alentar el sí generoso que sus hijos han dado a Dios.

9) ¿Puede optar libremente por el sacerdocio o por otro camino un niño o adolescente que estudia en un centro vocacional de la Legión?

Hay que dejar todos los espacios posibles para que la elección se realice como Dios quiere, es decir, en un ámbito de completa libertad. Pero esta libertad, para que sea tal, implica también que la gracia pueda hacer su obra en el alma, es decir, que exista un ambiente de oración, de escucha de la llamada de Dios, de recepción de los sacramentos, de cercanía respetuosa, amable y atenta de los formadores. La semilla, arrojada por Dios en el alma joven, debe crecer y madurar. Esto requiere tiempo y también espacios de verdadera libertad para hacer una elección adecuada. ¿Es dejar espacio de verdadera libertad al adolescente ofrecerle ambientes que le induzcan al pecado y lo alejen así de Dios? ¿No es el pecado la única verdadera esclavitud? Los espacios de libertad son los que crea la gracia. Estos espacios son los que creamos en nuestros centros vocacionales.

10)  ¿Es la vocación sacerdotal en la Legión un camino de auténtica felicidad y realización personal?

Sí lo es. Para aquellos a quienes Dios ha llamado a ser legionarios, su vocación sacerdotal es un camino de auténtica felicidad y realización personal.

Dios, que es Amor, y es fiel a sus promesas, es capaz de llenar plenamente el profundo anhelo de amar y ser amado en que consiste la felicidad de todo ser humano.

Cada día se ve más claro, ahondando en la conciencia de los hombres, que estamos hechos para Dios y que fuera de Él es imposible ser felices

Cuando el Santo Padre Juan Pablo II cumplió 50 años de sacerdocio, en el Vaticano se celebró este aniversario con un evento que se llamó: “El amor más grande”.

La vocación sacerdotal es una vocación al amor más grande, un amor que abarca a Dios y a todos los hombres, sin excepción, y que ensancha los límites del corazón humano hasta un confín infinito de generosa entrega.